“Es cierto que mi forma es muy extraña, pero culparme por ello es culpar a Dios;
si yo pudiese crearme a mí mismo de nuevo procuraría no fallar en complacerte.
Si yo pudiese alcanzar de polo a polo o abarcar el océano con mis brazos,
pediría que se me midiese por mi alma. La mente es la medida del hombre”.

El texto pertenece a Joseph Merrick y fue hallado entre sus pertenencias luego de que lo encontraran muerto en su habitación de la plaza Besteers del Hospital de Londres, el 11 de abril de 1890.

“Vi por primera vez la luz el 5 de agosto de 1862. Nací en la calle Lee en Leicester (Inglaterra). La deformidad que ahora exhibo no se notaba mucho al nacer, pero comenzó a desarrollarse cuando tenía 5 años. Fui a la escuela hasta los 11 o 12 años, cuando ocurrió la desgracia más grande de mi vida: la muerte de mi madre, que en paz descanse. Fue una buena madre conmigo”. Con esas palabras, el propio Merrick contó en una autobiografía de dos hojas sus primeros años.

Tras la muerte de su madre, Mary Jane, su padre Joseph Rockley se casó con otra mujer a la que padeció por el desprecio con el que lo trataba. Años más tarde, escribió: “Junto con mi deformidad ella fue la razón por la que mi vida fue una miseria absoluta. Se burlaba y se mofaba tanto de mí que no volvía a casa para las comidas sino que permanecía en la calle con el estómago vacío”.