Han pasado muchas cosas en la ciencia desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al COVID-19 una pandemia global en de marzo de 2020: hay vacunas, tratamientos y medicamentos, por lo que la enfermedad ya no asusta tanto.

Si bien la mayoría de las personas se recuperan por completo del covid, otras continúan sufriéndolo. La debilidad crónica, los dolores de cabeza, los problemas de memoria, pero también la caída del cabello y la pérdida de la libido sexual se encuentran en la larga lista de síntomas que se agrupan bajo el poco preciso término de “covid persistente”.

Más de 65 millones de pacientes con covid persistente

En un artículo de la revista Nature Microbiology, los autores estiman que al menos 65 millones de personas en todo el mundo sufren de covid persistente o de larga duración. “Sigo pensando que ese número es demasiado bajo”, dice Akiku Iwasaki, inmunóloga de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, que participó recientemente en un panel virtual de la Academia Alemana de las Ciencias de Alemania Leopodina.

Los expertos coinciden en que todavía hay muchas más preguntas que respuestas, pero a medida que se recopilan datos, Iwasaki y otros investigadores han podido identificar cuatro causas principales que provocan numerosos cambios biológicos en el cuerpo, los que explican la amplia variedad de síntomas del covid persistente.

El SARS-CoV-2 no llega a desaparecer

La primera causa sería la inflamación crónica, desencadenada por remanentes de SARS-CoV-2, el coronavirus que desencadena el COVID-19, que pueden acabar residiendo en alguna parte del cuerpo. Estos grupos de virus se multiplican una y otra vez, manteniendo al sistema inmunitario constantemente alerta.

“Cada vez se publican más estudios que muestran que tanto los antígenos virales como el ARN del virus aún pueden estar circulando en el cuerpo meses después de la fase aguda de la infección”, afirma Iwasaki.

El COVID-19 desencadena autoinmunidad

Una infección aguda puede provocar reacciones inmunitarias que atacan ya no solo al virus que se quiere combatir, sino a las propias células del organismo. Es una conexión bien conocida, según Iwasaki. “Por tanto, es posible que la autoinmunidad sea otra causa del covid persistente”.

Un ejemplo de esto podría ser la Encefalomielitis Miálgica, más conocida como Síndrome de Fatiga Crónica (EM/SFC). Lo que parece simple cansancio es, en realidad, una condición neurológica grave conocida desde hace décadas, pero cuyos casos aumentaron a raíz de la pandemia.

“En el verano de 2020, pusimos en marcha un estudio de observación para averiguar si la EM/SFC puede ser una consecuencia del COVID-19. La respuesta es ‘sí'”, dice la inmunóloga Carmen Scheibenbogen, que investiga el síndrome de fatiga crónica en el hostpital Charité, de Berlín.

Reactivación de otros virus

“La tercera hipótesis que comprobamos es la reactivación de virus latentes, como el virus de Epstein-Barr (EBV) u otros virus del herpes”, dice Iwasaki. Estos permanecen en el cuerpo sin causar problemas hasta que la infección por COVID-19 debilita lo suficiente al sistema inmunitario.

“Pudimos observar esta reactivación en parte de los pacientes”, dice Iwasaki. Quizás sea esta otra razón por la cual las personas contraen EM/SFC, agrega Scheibenbogen.

Daño permanente en casos agudos de COVID-19

Cuanto más graves son los síntomas del COVID-19, mayor es la probabilidad de que cause daños permanentes, que pueden estar detrás de los síntomas prolongados del covid persistente, señala Iwasaki al explicar la cuarta hipótesis que los investigadores están investigando.

“Estos cuatro procesos biológicos pueden ocurrir individualmente, uno tras otro, o juntos”, dice el inmunólogo. Sin embargo, es importante diferenciarlos para poder tratar correctamente a los afectados. Porque esa es la cuestión que preocupa a los investigadores: ¿cómo ayudar a los pacientes de covid persistente?

La vacunación reduce el riesgo de covid persistente

“El covid persistente es otra razón para vacunarse”, resume el epidemiólogo Michael Edelstein de la Universidad Bar-Ilan en Ramat Gan, Israel. La vacunación previene los casos más severos y reduce así la probabilidad de daño permanente. “El metanálisis muestra que el riesgo de contraer covid persistente [en personas vacunadas] disminuye entre un 25 y un 30 por ciento”, cifra Edelstein.

Pero tampoco es la solución definitiva al problema, admite. Incluso algunas personas desarrollan al vacunarse síntomas similares a los del covid persistente, algo sobre lo que Iwasaki y su equipo están preparando un estudio.

El covid persistente no es una enfermedad psicosomática

A pesar de todas las interrogantes que quedan todavía, un hallazgo es seguro: los síntomas prolongados de COVID no tienen una causa psicológica, aunque sí puedan provocar consecuencias psicológicas. “Los rasgos inmunológicos descritos pueden predecir el covid persistente con un grado de certeza del 96 por ciento”, dice Iwasaki sobre los resultados de un estudio todavía sin revisar en el que ella ha participado.

“No hay razón para incluir enfermedades psicosomáticas entre las causas”, concluye. Los investigadores lo consideran, incluso, contraproducente: solo distraería a médicos y afectados a la hora de buscar la ayuda y la terapia adecuada.

(lgc/cp)