Estados Unidos impuso este miércoles nuevas restricciones a las inversiones estadounidenses en industrias de alta tecnología en China, una medida que el gobierno de Joe Biden cree necesaria para proteger la seguridad nacional pero que tensa la relación con Beijing.
La iniciativa, que entrará en vigencia el año que viene, es un paso significativo de EE.UU. en medio de un enfrentamiento económico con China y podría ser el inicio de una serie de restricciones a las inversiones entre ambos países en los próximos años.
Además, es una señal para el liderazgo de China de que Washington, a pesar de una reciente distensión en las relaciones diplomáticas, tiene la intención de continuar imponiendo límites al acceso de Beijing a tecnología crítica.
El jefe de la diplomacia de Estados Unidos, Antony Blinken estuvo en China con el presidente Xi Jinping en junio. Foto: REUTERS
Las medidas
Las restricciones anunciadas este miércoles prohibirán a las empresas estadounidenses de capital de riesgo realizar inversiones en determinados sectores de alta tecnología, como la computación cuántica, la inteligencia artificial y los semiconductores avanzados, en un intento de detener la transferencia de dólares y conocimientos estadounidenses a China.
También exigirá a las empresas que inviertan en una gama más amplia de industrias chinas que informen de esa actividad, lo que dará al gobierno una mejor visibilidad de los intercambios financieros entre Estados Unidos y China.
La intención es que las restricciones directas a la inversión se centren en unos pocos sectores que podrían ayudar al ejército o el Estado chino en temas de seguridad, pero no perturbarían los negocios legítimos con China.
Los argumentos de Joe Biden
En la orden ejecutiva emitida este miércoles, Biden señaló las razones por las cual se toma esta medida.
Dice que China está involucrada “en estrategias integrales a largo plazo que dirigen, facilitan o apoyan los avances en tecnologías y productos sensibles que son críticos para las capacidades militares, de inteligencia, vigilancia o cibernéticas” del país.
Además, Beijing “elimina las barreras entre los sectores civil y comercial y los sectores industriales militares y de defensa, no solo a través de la investigación y el desarrollo, sino también mediante la adquisición y el desvío de las tecnologías de vanguardia del mundo, con el fin de lograr el dominio militar”.
Agregó que “el rápido avance en semiconductores y microelectrónica, tecnologías de información cuántica y capacidades de inteligencia artificial por parte de estos países mejora significativamente su capacidad para realizar actividades que amenazan la seguridad nacional de los Estados Unidos”.
Joe Biden y Xi Jinping, durante la cumbre del G20 en Indonesia, en noviembre pasado. Foto: AFP
Y que “los avances en tecnologías y productos sensibles en estos sectores acelerarán el desarrollo de capacidades computacionales avanzadas que permitirán nuevas aplicaciones que plantean riesgos significativos para la seguridad nacional, como el desarrollo de sistemas de armas más sofisticados, la ruptura de códigos criptográficos y otras aplicaciones que podrían proporcionar a estos países ventajas militares”.
Los funcionarios chinos reaccionaron bruscamente a la noticia. “Estados Unidos habitualmente politiza la tecnología y los asuntos comerciales y los usa como herramienta y arma en nombre de la seguridad nacional”, dijo el portavoz de la embajada china, Liu Pengyu, en un comunicado enviado a The Washington Post.
“Seguiremos de cerca los desarrollos y salvaguardaremos firmemente nuestros derechos e intereses”, agregó.
La iniciativa de la Casa Blanca se produce en medio de un tenue deshielo en una relación marcada de altibajos, que tuvo un pico de gran tensión con la aparición de un globo de vigilancia chino sobre territorio estadounidense a principios de este año. Se espera que la secretaria de Comercio, Gina Raimondo, visite Beijing este mes, luego de los recientes viajes del secretario de Estado Antony Blinken y la secretaria del Tesoro Janet L. Yellen.
Seguridad nacional
Los funcionarios de Biden han argumentado que las medidas selectivas adoptadas contra China tienen como único objetivo proteger la seguridad nacional de Estados Unidos, no dañar la economía china.
Sin embargo, la administración Biden ha seguido presionando para “reducir el riesgo” de las cadenas de suministro críticas mediante el desarrollo de proveedores fuera de China, y ha aumentado constantemente sus restricciones a la venta de ciertas tecnologías a China, incluidos los semiconductores para la informática avanzada.
En los últimos años, las inversiones entre Estados Unidos y China se han reducido drásticamente a medida que los países rompían otros lazos económicos.
Pero las empresas de capital riesgo y de capital privado han seguido buscando oportunidades lucrativas de asociación, como forma de acceder a la vibrante industria tecnológica china.
La medida prevista se ha enfrentado a las críticas de algunos congresistas republicanos y otros que afirman que ha tardado demasiado y que no va lo suficientemente lejos como para limitar la financiación estadounidense de la tecnología china.
Washington, corresponsal