Si tuvieras el avezado ojo de un geólogo y pasearas por el cinturón de montañas que se diseminan alrededor del Mar Adriático, podrías descubrir restos rocosos que un día pertenecieron a un continente del tamaño de Groenlandia hoy desaparecido, al que los expertos llaman Gran Adria.
Este continente, del cual hoy apenas quedan rastros, se desgajó hace 240 millones de años de lo que hoy es el norte de África, y permaneció unido a otros pedazos de corteza que constituyen lo que hoy es España y el sur de Francia. Luego, por obra y gracia de la tectónica de placas, Gran Adria se desgajó de esos otros pedazos hace unos 200 millones de años, hasta convertirse en una isla.
A partir de ese momento fue evolucionando poco a poco hasta que, hace 100 millones de años comenzó su proceso de destrucción al dirigirse hacia lo que hoy es la costa norte del Mediterráneo, que se extendía por aquel entonces desde España hasta Irán. En el encontronazo entre las tierras, Gran Adria salió perdiendo y comenzó a enterrarse hacia el manto a un ritmo lento de 3 o 4 centímetros al año bajo el continente europeo.
Hay que tener en cuenta que en el momento en que Gran Adria se separa de lo que hoy es Africa, esta formaba parte de un “super continente” austral llamado Gondwana, compuesto por las actuales Antártida, Sudamérica y la propia África.
Como digo, hace 240 millones de años el Mediterráneo no era el “mar cerrado” que conocemos hoy. Por ello, Gran Adria se extendía desde los actuales Alpes hasta la costa de Irán. Probablemente, no se trataba únicamente de tierra continental emergida, sino que también contaría con archipiélagos.
El trabajo, realizado por un equipo multinacional liderado por Douwe van Hinsbergen, experto en tectónica y geografía de la antigüedad de la Universidad de Utrecht, ha logrado reconstruir con un nivel de detalle nunca antes alcanzado los últimos 240 millones de años de la historia tectónica del mar Mediterráneo, y se publicará en la revista Gondwana Research.
Uno puede darse cuenta de la dificultad “integradora” de esta investigación al percibir que los restos de Gran Adria se diseminan por 30 países diferentes, cada uno de los cuales ha realizado sus mediciones geológicas y sus mapas. Durante 10 años, el equipo liderado por van Hinsbergen ha recogido todos esos datos para crear un modelo informático que permitiera visualizar la historia tectónica del Mare Nostrum de los romanos.
Como decía, hace unos 100 millones de años Gran Adria chocó contra lo que hoy es el sur de Europa y comenzó a sumergirse bajo él. Sin embargo, algunas de las rocas que la componían, demasiado ligeras como para hundirse hacia el manto, sobrevivieron sobre la corteza subducida formando cadenas montañosas como los Alpes, pero también otras en Italia, Turquía, Grecia y los Balcanes.
Ahí es donde los geólogos descubrieron que en el pasado debió existir un continente del cual solo queda a la vista una franja que recorre el Adriático desde Turín hasta el talón de la bota que forma Italia.
Si visitas la zona piensa en ello, caminas sobre los restos de un continente perdido.
Me enteré leyendo National Geographic.