MCALLEN, Texas — El niño de 3 años estaba solo y llorando.
La madrugada del martes 23 de abril, agentes de la Patrulla Fronteriza de la estación Fort Brown, en el sur de Texas, encontraron al menor de edad en un maizal. Su nombre y unos números de teléfono estaban escritos en sus zapatos. Parece que el niño, según agentes, había estado con un grupo más grande de migrantes que huyeron cuando se acercó la Patrulla Fronteriza.
Ese niño solo que cruzó la frontera no era una excepción: más de 8900 menores no acompañados fueron detenidos por la Patrulla Fronteriza tan solo en marzo, casi el doble de la cantidad de detenidos en octubre de 2018.
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Muchos de ellos eran adolescentes pero, desde hace años, entre quienes hacen el trayecto por la frontera suroeste de Estados Unidos sin la compañía de sus padres u otros familiares también hay niños menores de 12 años; muchas veces viajan en grupos de desconocidos. Es una saga compleja, desgarradora y perturbadora en la que niños muy pequeños –de 3, 4 o 5 años– pasan de un grupo de migrantes a otro durante días y a menudo son abandonados en los desiertos de Arizona o entre la maleza del sur de Texas.
Al igual que el menor encontrado esta semana en Brownsville, Texas, los niños suelen llevar los teléfonos de familiares que ya se encuentran en Estados Unidos escritos en su ropa o en pedazos de papel que llevan en los bolsillos.
“Estos casos suelen ser angustiosos por lo pequeños que son los niños y porque normalmente están muy confundidos y atemorizados”, dijo Lindsay Toczylowski, directora ejecutiva del Immigrant Defenders Law Center, grupo en Los Ángeles que provee servicios legales a menores no acompañados.