En el templo funerario que Ramsés II ordenó erigir en Abu Simbel, las cuatro efigies colosales esculpidas en la fachada, de 20 m cada una, transmiten una sensación de gloria y majestad.

El yacimiento arqueológico de Tell Abqain lleva años siendo estudiado por los arqueólogos. En él descubrieron los restos de una fortaleza militar construida durante el reinado de Ramsés II (1279-1213 a.C.), el faraón más longevo de la historia de Egipto. Este complejo militar conservaba sus muros exteriores, las torres de vigilancia y un falso patio de acceso cuyo objeto era engañar a posibles asaltantes.

Tell Abqain se encuentra a 75 kilómetros al sudeste de la ciudad de Alejandría y a 5 kilómetros de la población de Hosh Isa, en la provincia de Beheira, en el delta del Nilo. Ahora, el lugar vuelve a ser noticia por el hallazgo en la antigua fortaleza de dos grandes cámaras que, al parecer, se usaron como almacenes para conservar cereales y otros alimentos como carne y pescado, tal vez para el consumo de los militares allí acantonados, según han explicado desde el Ministerio de Antiguedades de Egipto.

La fortaleza más grande del Antiguo Egipto sale a la luz

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Las cámaras están separadas por un patio amurallado y cada una de ellas estaba protegida por una especie de caseta en la que tenía cabida un vigilante. Cada uno de estos almacenes, construido en forma de colmena, se divide en pequeñas celdas donde se conservaban los alimentos. En ellos, los arqueólogos han descubierto vasijas, azulejos e incluso amuletos de piedra grabados con el ojo de Horus, un símbolo de protección.

El estado de conservación de estos almacenes es muy bueno, ya que según los arqueólogos se han preservado restos de paredes y contramuros de adobe. Los trabajos arqueológicos también han sacado a la luz hornos de barro en los que se tostó grano hace más de 3.000 años. Este extremo ha llamado especialmente la atención de los investigadores, que han podido confirmar que quienes vivían en la fortaleza tostaban el grano antes de almacenarlo con la idea de limpiarlo de insectos y extraer la humedad para garantizar su óptima conservación y, así, evitar plagas que lo destruyesen.