En el último año de gobierno del presidente Danilo Medina, el mandatario tiene sobre sus hombros la responsabilidad de dirigir la transición democrática que saldrá de los complejos comicios pautados para el 16 de febrero y 17 de mayo de 2020.
Antes de esto, tendrá que conducir su grupo político por el riesgoso camino de unas intensas primarias para las que elegirán, mediante encuestas, a un “delfín” que enfrente al expresidente Leonel Fernández que tiene un año en la calle.
Bajo el lema de “sangre nueva” en el discurso en el que desató el trance por el que pasaban el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y el país, Medina trazó la ruta del “ni tú ni yo”, pero tendrá por delante la dura tarea de cerrar el camino al presidente del partido, que ya ha sido tres veces presidente de la República y conoce el arte de la guerra para triunfar en los procesos políticos dentro y fuera de los partidos.
Un primer reto que afronta Medina es el de unificar su tendencia, en la que se han producido irritaciones tras el empuje y aura de “ungido” con el que ha salido su exministro de Obras Públicas Gonzalo Castillo.
Ya el precandidato presidencial danilista Carlos Amarante advirtió que el delfín de esa corriente debe tener historia política y capacidad para convencer con propuestas al electorado.
El condicionamiento inicial a integrar a Castillo al grupo de los seis que salió de Reinaldo Pared Pérez y Amarante, se enfrió tras las posturas de apertura de Andrés Navarro y Temístocles Montás, pero no deja de preocupar a la unidad danilista.
Electo el candidato del danilismo mediante encuestas, tendrán un mes para tratar de derrotar a Fernández, que ha retomado con buen pie su precampaña, con énfasis en el trabajo de organización electoral y organizar el ejército que llevará a sus seguidores a votar en las primarias abiertas.
Despejada su aspiración para el 2020, Danilo Medina podría ser el conductor de una reforma constitucional para la que tendría el apoyo de la oposición en el Congreso Nacional, liderada por el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC). La habilitación del mandatario para el 2024 es el principal punto de conflicto sobre la mesa del PLD, pero ya no lo es para la oposición que necesita la unificación de las elecciones para enfrentar en mejores condiciones a una poderosa maquinaria electoral peledeísta, y evitar que una barrida municipal sea una primera derrota electoral, de un año en el que puede haber tres elecciones si hay una segunda vuelta.
El aval que tendría esa reforma en la sociedad civil pasa por el aumento de la votación requerida para aprobar las reformas, en especial para la reelección presidencial.
“Apoyo una reforma para no hacer más reformas”, sentenció el aspirante presidencial Luis Abinader.
Otro punto es sacar del Consejo Nacional de la Magistratura al procurador general de la República.
El sector del expresidente Leonel Fernández mantiene su oposición a una reforma constitucional por ahora, lo que supone otro reto para la unidad del PLD.