BOCA DE UCHIRE, Venezuela — Cientos de niños se presentaron en el patio de su colegio para escuchar a un obispo católico local hacer una oración en favor de la educación.

“Oremos por los niños que están en las calles y no pueden ir al colegio”, dijo el obispo Jorge Quintero, dirigiéndose al liceo Augusto D’Aubeterre en el pueblo playero de Boca de Uchire, una sofocante mañana de octubre. “Son muchos”.

Para cuando terminó la ceremonia de 15 minutos, cinco niños se habían desmayado y dos de ellos habían sido sacados de la escuela en una ambulancia.

Los desmayos en la escuela primaria se han convertido en episodios habituales, porque muchos estudiantes van a clases sin haber desayunado o incluso sin haber cenado la noche anterior. En otras escuelas, los niños quieren saber si se ofrecerá algún tipo de comida antes de decidir ir.

 “No se puede educar a un pueblo hambriento y esquelético”, dice Maira Marín, profesora y dirigente sindical en Boca de Uchire.

En Venezuela, una devastadora crisis económica de seis años está socavando el sistema educativo, ese que alguna vez fue el orgullo de una nación rica en petróleo y que, durante décadas fue el motor que hizo que el país fuese uno de los de mayor crecimiento en la región. En el pasado, estas escuelas y liceos les ofrecían a los niños, incluso en zonas remotas, una buena oportunidad para ingresar a las mejores universidades del país, las cuales a su vez les abrían las puertas a los mejores colegios de Estados Unidos y un lugar dentro de la élite venezolana.

El hambre es apenas uno de los muchos problemas que deterioran la situación actual. Millones de venezolanos han huido del país en años recientes, mermando por igual las filas de estudiantes y profesores. Muchos de los educadores que quedan se han alejado de la profesión, ya que sus sueldos han perdido casi todo su valor debido a años de hiperinflación implacable. En algunos lugares, apenas unos cien estudiantes asisten a las escuelas que alguna vez educaron a miles.

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Credit…Adriana Loureiro Fernández para The New York Times

Según expertos y profesores, el colapso del sistema educativo en Venezuela no solo está condenando a una generación entera a la pobreza, sino que amenaza con hacer retroceder el desarrollo del país varias décadas y retrasar severamente su potencial crecimiento.

“Se está abandonando a una generación entera”, dice Luis Bravo, investigador educativo de la Universidad Central de Venezuela, en Caracas. “El sistema educativo actual no les está permitiendo a los niños convertirse en miembros valiosos de la sociedad”.

El gobierno dejó de publicar estadísticas educativas en 2014. Pero visitas a más de una docena de escuelas en cinco estados venezolanos y entrevistas con docenas de profesores y padres, indican que la asistencia se ha desplomado este año.

En la que alguna vez fue una nación próspera muchas escuelas están cerrando, a medida que niños desnutridos y profesores que no ganan casi nada, abandonan las aulas de clases para rasguñar algún sustento en las calles o huir al extranjero.

Credit…Adriana Loureiro Fernández para The New York Times

Es una inmensa vergüenza para el autoproclamado gobierno socialista, el cual ha predicado la inclusión social durante años. La situación marca un fuerte contraste respecto a países que los líderes venezolanos ven como modelos —Cuba y Rusia— los cuales han logrado proteger al sistema de educación primaria de los peores efectos de una recesión comparable que ocurrió en la década de 1990.

Los estudiantes venezolanos empezaron a abandonar la escuela poco después de que el presidente Nicolás Maduro llegara al poder, en 2013. Una caída en el precio de la exportación principal del país, el petróleo, combinada con la inoportuna iniciativa de Maduro de intensificar los controles cambiarios y de precios, mandó a la economía a una recesión de la cual aún no ha podido salir.