Espinelves es un pequeño municipio de Girona, al lado del Montseny. Tiene 17 kilómetros cuadrados de extensión y cuenta con 201 habitantes. El pasado domingo, allí podían votar 164 personas, pero, según los datos del propio Ayuntamiento, lo hicieron 536. De hecho, el  obtuvo 527 votos, es decir, 321% más que el censo. Es solo uno de los 71 municipios catalanes donde se dio esta situación.

El Govern aún no ha revelado los datos del recuento final referéndum del domingo, alegando que aún falta contabilizar el 5% de las papeletas. Pero algunos de los Ayuntamientos ya han facilitado los suyos. Otro de los municipios donde se produjeron cifras abultadas fue Tavertet (Barcelona). Allí el apoyo a la independencia logró un apoyo equivalente al 309% de su potencial electoral (102 votos). Hubo 20 votos por el no y seis en blanco. En L’Estany (Barcelona), hubo 1014 votos a favor del  si bien el censo era de 340 personas. En contra de la independencia se depositaron 26 votos (2,5%) y en blanco, 11 (1%). La lista de los cinco Sant Martí d’Albars (Barcelona) (297% de síes con respecto al censo) y Palol de Revardit (Girona) donde el censo era de 358 ciudadanos y votaron 1.004, el 99% por el sí.

El fenómeno puede explicarse en parte por la puesta en marcha desde la Generalitat del llamado censo universal, es decir, permitir la votación en cualquier mesa independientemente del colegio que se tuviera asignado, una violación flagrante de las propias reglas diseñadas por la mayoría independentista en el Parlament para dar cobertura legal a su referéndum, actualmente suspendido por el Tribunal Constitucional. Esta modificación del censo fue el mecanismo con el que la Generalitat buscaba asegurar que el más que predecible cierre de colegios por parte de las fuerzas de seguridad no entorpecieran el desarrollo de la cita electoral.

De hecho, el propio presidente de la Generalitat Carles Puigdemont o el vicepresidente Oriol Junqueras votaron en sitios distintos a los que les asignaba el censo inicial. El president tenía que participar en el referéndum en el pabellón polideportivo de Sant Julià de Ramis (Girona), pero terminó haciéndolo en Cornellà de Terri.

Otra de las irregularidades denunciadas durante la jornada fue la posibilidad de votar varias veces. Un periodista de este diario encargado de hacerlo no logró su propósito, aunque varios medios y Sociedad Civil Catalana explicaron que sí lo habían conseguido. La Generalitat contó que había puesto en marcha un control informático previo a la votación para tratar de impedirlo, sistema que prestó un servicio intermitente durante todo el día después de que la Guardia Civil tratara de desmontarlo. Este medio también presenció casos en los que, para intentar aligerar las colas, se llevaba un registro en papel de los votantes y después se introducían en el sistema electrónico.