El jefe de Estado filipino, siempre rodeado de polémica por su incorrección política, hizo esas afirmaciones en tono de broma durante un discurso dirigido a un grupo de trabajadores el pasado martes, aunque su contenido no trascendió hasta el fin de semana.
Para ilustrar su explicación frente a un público compuesto en su mayoría por mujeres,Duterte se metió en la boca un caramelo con su envoltorio de plástico.
“Traten de comerlo sin desenvolver. Así es usar condón“, afirmó el líder filipino, que provocó carcajadas entre los asistentes.
Para Human Rights Watch, “es irresponsable que el presidente minimice la importancia de los preservativos cuando Filipinas está experimentando el mayor crecimiento de contagios de VIH en la región de Asia y el Pacífico“, según un comunicado de Carlos Conde, investigador de su División de Asia.
La organización también instó a Duterte a “tomar medidas significativas para proteger la salud de los filipinos respaldando las políticas urgentemente necesarias para expandir el acceso y uso de los preservativos en Filipinas”.
En el ámbito nacional el presidente de Filipinas recibió críticas de sus opositores políticos, como la senadora Risa Hontiveros, que le pidió “dejar de hacer declaraciones irreflexivas, imprudentes e irresponsables a expensas de la salud pública“.
Mientras en la mayoría de países del mundo están remitiendo los contagios de VIH en Filipinas ocurre todo lo contrario, con 9.217 nuevos casos en los primeros diez meses de 2017 -último dato disponible-, que contrastan con solo 147 registrados en todo 2001.
En lo que va de siglo la tasa de propagación en el país se ha multiplicado por 37 y el número total de infectados ronda ya los 50.000, casi todos en los últimos siete años, en los que los contagios han crecido a una tasa anual promedio superior al 140 %, según los datos del Departamento de Salud del Gobierno.
Duterte emitió a principios del año pasado una orden ejecutiva para promover la educación sexual y la distribución de preservativos en los colegios, pero no se ha llevado plenamente a la práctica por la oposición de los influyentes obispos filipinos y algunos políticos conservadores.
También está pendiente de aprobación la Ley de Políticas de VIH y Sida, que llama a establecer un plan de choque para atajar la propagación del virus y proteger los derechos de los portadores de esta enfermedad, que mata a más de un millón de personas cada año en todo el mundo.
(Con información de EFE)