Después de tres días de negociaciones a puerta cerrada entre los delegados del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y la opositora Alianza Cívica, el llamado diálogo nacional se mantiene estancado y con la amenaza de acabar sin resultados dada la negativa del mandatario de permitir la participación en el diálogo de observadores internacionales de la Organización de Estados Americanos (OEA), la Organización de Naciones Unidas (ONU) o la Unión Europea.

La Alianza Cívica —conformada por representantes de los empresarios, campesinos, académicos, estudiantes y organizaciones de la sociedad civil— exige la participación de estos organismos para garantizar que se cumplan los acuerdos a los que se lleguen en las negociaciones. “Sin garantes no hay diálogo”, coincidieron dos fuentes cercanas al proceso consultadas por EL PAÍS.