El ser humano siempre entra en disputa —hasta consigo mismo— cada que debe tomar una elección: escoger lado izquierdo o derecho, chocolate o vainilla, Marvel o DC, o bien, ciencia o religión. Sin embargo, ¿por qué algunas personas tienen la «necesidad» de seguir los cánones de una religión y a otras no les interesa? ¿Realmente la ciencia y la religión están peleadas entre sí? ¿Científico es sinónimo de ateo?

Pruebas irrefutables

Antes de entrarle a los trancazos, definamos a nuestros contendientes: en esta esquina, la ciencia —del latín scientĭa, ‘conocimiento’—, un sistema ordenado del saber humano que estudia, investiga e interpreta los fenómenos naturales, sociales y artificiales. Ésta se revitaliza, miente y se desmiente constantemente, a modo de descifrar los cómos y los porqués del universo a través del conocido método científico, que no es más que la observación, experimentación, teorización y conclusión de todo lo que se pregunte.

Llámese lógica, geología o pedagogía, la ciencia engloba diferentes vertientes de la realidad en un único lenguaje y con una serie de leyes, teorías y principios establecidos: la interdisciplinariedad.

Ay, Dios

En la otra esquina, la religión. Tanto religiosos como especialistas siguen sin dar un significado apropiado sobre el término religión —que quizá proviene del latín religiō,‘ligar’—, aunque concuerdan en que es una combinación entre fe, dogma, revelación divina, profecía, ética y cosmovisión, arraigada por la tradición oral y escrita. Esto quiere decir que una religión no cambiará en absolutamente nada si es que perdura por los siglos de los siglos.

“No veo razón para creer que el creador de la materia tuviera algún motivo para interesarse en nuestra insigni cante especie en un rincón diminuto del universo”
Rosalind Franklin

Asimismo, la religión trata de explicar la relación de la humanidad con elementos sobrenaturales, trascendentales y espirituales; es decir, se trata de una vía para la búsqueda del conocimiento ligada a la existencia de uno o varios seres divinos. Con estas premisas se puede notar una similitud entre ambos contendientes, pues los dos buscan las verdades que la humanidad afrontó, afronta y afrontará hasta que todos nos volvamos polvo estelar o viajemos a un lugar mejor.

“Creo que el universo es gobernado por las leyes de la ciencia. Tal vez fueron decretadas por Dios, pero Dios no interviene para quebrantarlas”.
Stephen Hawking

Round 1

Los avances en el campo de la neurociencia han revelado que nuestra mente funciona con tantos compuestos que puede considerarse un «coctel cerebral», debido a la mezcla de compuestos: si hay exceso de dopamina, uno tiene esquizofrenia; si abunda la serotonina, uno está feliz; si hay un balance entre estas dos y la oxitocina, uno está enamorado; lo mismo pasa con la noradrenalina —también conocida como «la hormona del estrés»—,un neurotransmisor que incluye directamente en la amígdala cerebral, que además de encargarse de mantenernos atentos sobre todo lo que nos rodea, también se dispara en situaciones de riesgo.

Por otro lado, con una resonancia magnética —y otras técnicas especiales— es posible localizar las regiones del cerebro que se estimulan cuando se realizan diversas tareas; por ejemplo, al escuchar música se activan cinco cortezas del cerebro: auditiva, sensorial, motora, prefrontal, visual y hasta el cerebelo. Pero lo que ha generado intriga es que de la misma forma estas zonas se activan al hacer algo totalmente diferente, como practicar un deporte, leer o rezar.

Ilumínate

En 1998 se realizó un estudio entre los científicos más prominentes de la Natural Academy of Sciences, en el cual se demostró que 72% de ellos se consideraba ateo, mientras que sólo 7% se calificó como creyente de alguna religión —en el faltante 21% estaban los dudosos y los agnósticos—. Esto no quiere decir que una persona religiosa no pueda aportar a la ciencia, recordemos a personajes como Gregor Mendel, un monje agustino católico, nombrado el «padre de la Genética»gracias a sus experimentos con la planta del chícharo; o el de Isaac Newton, considerado «el mejor científico de la historia» por haber cimentado las bases de la mecánica clásica, quien además fue arrianista —creencia cristiana no trinitaria—, teólogo y alquimista.
“Creo en un Dios que se revela a sí mismo en la armonía de lo que existe, no en uno que se preocupa por las acciones de los humanos”
Albert Einstein