Un año después del inicio de la pandemia, Brasil vive un dramático momento con un aumento de fallecidos y contagiados, la amenaza de colapso hospitalario, la vuelta a las medidas de cuarentena y la propagación de una nueva variante del covid-19 que, potencialmente más contagiosa, genera gran temor a nivel mundial.
Detectada por primera vez en Japón, la variante P.1 del SARS-CoV-2 es originaria de Manaos, capital de Amazonas, y ya se se encuentra por lo menos en 18 estados brasileños y en 29 países, según datos de un consorcio de medios de comunicación brasileños.
Los expertos advierten que su rápida propagación y su alto nivel de contagio explican, en parte, el agravamiento de los números en Brasil, segundo país con más muertos por el virus, y que en las últimas 24 horas registró un récord de 1.641 fallecidos. En total, en el gigante latinoamericano ya hay 10.587.001 infectados y 255.720 decesos por el covid-19.
El propio ministro de Salud, Eduardo Pazuello, dijo hace unos días que la variante podía ser hasta tres veces más contagiosa. Varios estudios confirman esa hipótesis, entre ellos, el informe preliminar publicado por el Imperial College London, que calcula que es entre 1,4 y 2,2 veces más contagiosa que el linaje original.
En un intento de evitar la entrada de esta variante, países como Italia, Reino Unido o EE.UU. han restringido los vuelos procedentes de Brasil. Sin embargo, el domingo pasado, el Gobierno británico comunicó que se habían identificado seis casos. Un día después, realizaba un llamamiento para buscar a una persona que importó el virus y que no consigue localizar.
“El mundo está asustado”
Desde hace semanas, Brasil vive un retroceso hacia los momentos más oscuros de la pandemia, en junio de 2020, con una media móvil -promedio de los últimos 7 días- que no baja de los 1.000 muertos diarios.
El martes, al menos 10 capitales presentaban un 90 % de ocupación de sus Unidades de Cuidados Intensivos, lo que llevó a varios gobernadores y alcaldes a decretar nuevas medidas de cuarentena para evitar el colapso.
El último en hacerlo fue el estado de Sao Paulo, el más rico y poblado del país, cuyo gobernador Joao Doria advirtió que el sistema hospitalario “está al borde del colapso” y decretó la vuelta a la “fase roja” de restricciones: cierre de toda actividad, salvo los servicios esenciales, como salud, alimentación y transporte.
Toda esta caótica situación empujó este miércoles al gobernador de Rio Grande do Sul, Eduardo Leite, a lanzar una petición desesperada, en una reunión con otros representantes estatales.
“Queridos, el mundo está asustado con la nueva variante brasileña del coronavirus. ¿No sería el momento para que hubiese un esfuerzo diplomático con otros países para que Brasil consiguiese vacunas de emergencia?”, planteó.
Una propuesta que parece por ahora difícil de llevarse cabo.
Pese a ser mundialmente reconocido por su capacidad para producir vacunas e inmunizar a millones de personas en un tiempo reducido, Brasil arrancó tardíamente, hace más de un mes, su campaña de vacunación, después de EE.UU., Argentina o Chile o muchos países europeos.
Una consecuencia de la tardanza en negociar con las grandes farmacéuticas, en medio de la carrera mundial por conseguir vacunas.
Hasta ahora, 7,1 millones de brasileños (el 3,36 % de la población) han recibido al menos una dosis. Hasta la fecha, en Brasil solo se está administrando la china Coronavac, del laboratorio Sinovac, y la del grupo anglo-sueco AstraZeneca.
A esta situación se suma la campaña contra las medidas de cuarentena llevadas a cabo por el presidente, Jair Bolsonaro, un escéptico de la pandemia.
Este miércoles el mandatario volvió a la carga: “¿Los medios de comunicación ‘generaron pánico, no?’ El problema está ahí, lo lamentamos. Pero no puedes entrar en pánico. Otra vez con la política ‘del quédate en casa’. La gente va a morir de hambre, de depresión”, dijo a sus seguidores.