Venezuela tiene una cita electoral en el horizonte, unos comicios legislativos convocados para el próximo 6 de diciembre a los que el Gobierno de Nicolás Maduro ha llamado a participar para legitimar una nueva Asamblea Nacional, hoy dominada por la oposición. Esa votación, convocada por una autoridad electoral designada por el Tribunal Supremo de Justicia, afín al régimen, ya ha sido rechazada por Juan Guaidó y los partidos que le apoyan por carecer, aseguran, de las garantías suficientes. Este domingo, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, les ha venido a dar la razón. El general les ha advertido durante un acto castrense con ocasión del 209 aniversario de la firma de la independencia de que “nunca podrán ejercer el poder político”.
“Mientras exista una fuerza armada como la que hoy tenemos, antiimperialista, revolucionaria, bolivariana nunca podrán ejercer el poder político en Venezuela”, clamó Padrino López. “Yo creo que es bueno que lo entiendan esta facción de maleantes, politiqueros, que se han atrevido a poner en un comunicado allí, un adefesio de comunicado, exigirnos a nosotros mayor compromiso, cuando la Fuerza Armada Nacional Bolivariana ha dado demostraciones concretas, a la vista de todo el pueblo de Venezuela, de su interés patriótico de defender la integridad de nuestro espacio geográfico, que no es una opción para nosotros, es un mandato constitucional”, agregó.
Las palabras del titular de Defensa se enmarcan en un clima de máxima tensión política y demuestran lo que la oposición siempre ha reprochado a Maduro, incluso a su antecesor, Hugo Chávez. Es decir, que el chavismo no está dispuesto a ceder el poder. Por esta razón rechazó participar en las últimas convocatorias: lo hizo en 2017 en la votación de una Asamblea Nacional Constituyente, que de facto ejerce como brazo legislativo a las órdenes del Ejecutivo; y en mayo de 2018 se negó a presentarse a las elecciones presidenciales, que se desarrollaron sin observación internacional plural y que por tanto consideró fraudulentas.
El equipo de Guaidó condenó esas declaraciones y las calificó de “insolentes, dictatoriales y violatorias de todo orden constitucional”. “El general ha demostrado nuevamente que en nuestro país la soberanía popular está secuestrada.. […]. Nicolás Maduro y Vladimir Padrino han pervertido al máximo a nuestra institución militar […] Declaraciones de este tipo no pueden ser ignoradas y exigen una expresión de condena por parte de la institucionalidad de la Fuerza Armada Nacional y de la comunidad internacional”, se lee en un comunicado difundido por el Gabinete de Guaidó, reconocido como presidente interino por más de 50 Gobiernos extranjeros.
La amenaza de Padrino aleja también un hipotético escenario de diálogo. Justo esta semana la Unión Europea volvió a apelar a una solución política negociada a la gravísima crisis por la que atraviesa el país. Y las elecciones parlamentarias de diciembre, si las condiciones lo permitieran, se convertirían en el primer banco de pruebas de un acercamiento. Guaidó, mientras tanto, busca solucionar también la crisis política particular que sufre la oposición y sus bases, frustradas por un pulso que se ha eternizado. “Hago un llamado a una gran alianza por nuestro país. Una alianza sin mezquindades. La lucha definitiva por la libertad nos debe encontrar a todos juntos. Estar juntos es la clave en este momento”, manifestó el jefe del Parlamento.
En términos parecidos se pronunció Leopoldo López, que reapareció por videoconferencia desde la residencia de la Embajada de España en Caracas en un acto telemático bautizado como Congreso de Unidad Nacional. “Sabremos nosotros conquistar esta segunda independencia”, afirmó. “Hoy, hermanas y hermanos, el reto es inmenso y el reto solo lo podemos alcanzar en unidad”, dijo el dirigente opositor.
El reto de la cohesión de las fuerzas opositoras -el llamado G-4, Primero Justicia, Acción Democrática, Voluntad Popular y Un Nuevo Tiempo- siempre ha resultado arduo por las diferencias estratégicas e incluso ideológicas. Todos cerraron filas con Guaidó cuando lanzó su desafío a Maduro en enero de 2019, pero con el paso del tiempo esa unidad se ha vuelto a agrietar. El hecho de que las actividades de la oposición se reduzcan a un conjunto de gestos y acciones simbólicas, mientras la calle sigue desmovilizada y la pandemia impide convocar nuevas movilizaciones, es lo que más malestar ha provocado en algunos sectores.
Esta semana, Henrique Capriles, ganador de las elecciones parlamentarias de 2015 y antiguo competidor de Maduro, lanzó unas críticas a Guaidó y a López. “El verdadero debate es si luchamos o no luchamos, si hacemos algo o no hacemos nada. No vamos a acompañar ficciones y fantasías que lo único que hacen es darles más frustraciones a los venezolanos y destruir más a la oposición si es que no la han terminado de destruir”, opinó. Capriles, que también rechaza al menos en este momento la celebración de legislativas por la crisis sanitaria de la covid-19, defiende que a medio plazo habrá que replantear la estrategia. “Habrá que reconstruir la oposición como hay que reconstruir Venezuela”.