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Se empleó un agente tóxico de guerra, cuando existen sustancias indetectables
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La comunidad internacional señala a Rusia por el objetivo y los métodos
El envenenamiento del exoficial de Inteligencia Sergei Skripal y su hija Yulia es un ejemplo de lo que el investigador y ensayista Nicholas Thaleb denomina ‘Cisne Negro’: un suceso inesperado, imprevisible y de alto impacto. El uso de un arma química en suelo del Reino Unido ha abierto la mayor crisis diplomática desde la Guerra Fría.
Desde el envenenamiento, ocurrido el 4 de marzo en Salisbury, Inglaterra, la comunidad internacional ha apuntado directamente a Rusia por el objetivo: un agente doble, y por los métodos: el uso de un gas nervioso incluido entre los que se denominan Novichok, de fabricación rusa.
La ‘tarjeta de visita’ rusa
El empleo de un agente químico de guerra en una ciudad es una suerte de intento de asesinato a gritos, explica a RTVE el teniente coronel René Pita, jefe del Departamento de Defensa Química de la Escuela Militar de Defensa NBQ y autor del libro Armas químicas. La ciencia en manos del mal.
“Lo normal habría sido utilizar algún tipo de sustancia que habría pasado inadvertida“
“Lo que resulta extraño en el caso de Skripal, o en el de Kim Jong-nam -hermano del líder norcoreano Kim Jong-un-, es que se haya recurrido a un agente neurotóxico de guerra, cuando lo normal habría sido utilizar algún tipo de sustancia que habría pasado inadvertida a los servicios médicos, o incluso que se hubiera podido camuflar como una muerte por razones naturales“, explica René Pita.
El experto señala que la intoxicación que provoca un ataque con agente nervioso provoca evidentes síntomas que los servicios de emergencia identifican de inmediato: pupilas puntiformes, secreciones nasales y oculares abundantes, convulsiones, vómitos y náuseas, entre otros. Todo menos una muerte que pueda pasar por natural.
Química forense, las pistas que llevan al fabricante
Solo los Estados fabrican armas químicas, aunque no reconocen su elaboración y mucho menos su uso. Para identificar el empleo de estas armas el científico forense examina parámetros de composición que pueden señalar a los autores, así como los aditivos o potenciadores que “pueden haberse añadido para mejorar alguna propiedad fisico-química o para mejorar la estabilidad”, explica Pita.
“Todas estas sustancias son los marcadores que establecen la firma del responsable que ha producido ese agente. Si el laboratorio dispone de patrones de los actores que pueden haber fabricado el agente se puede establecer el vínculo”, añade el experto en armas químicas.
El riesgo de que algunos lotes de estas armas acaben en manos de terroristas es bajo, y tampoco es fácil que puedan hacer uso de un material tan peligroso. “Es muy peligroso manipularlo”.
Pita señala que “en Reino Unido, inicialmente el personal médico lo que hizo fue identificar signos que les indicaban que podría tratarse de algún mecanismo toxicológico y el perfil de Skripal hizo sospechar de que se trataba de un agente tóxico de guerra“.
La alternativa a que se trate de un ataque de Rusia sería que algún actor no estatal tenga un stock de un Novichok, las armas químicas más peligrosas inventadas por el hombre, y que sea capaz de utilizarla.
Mentiras y medias verdades en el tablero internacional
La fabricación y el uso de armas químicas en la historia bélica están plagados de mentiras y medias verdades. “Rusia no reconoce su desarrollo -el del Novichok- durante los años 70 en la URSS, la poca información que hay es de científicos y químicos que trabajaron en este programa”, matiza Pita.
En 2017 se cumplió el 20 aniversario de la Convención para la Prohibición de Armas Químicas, un compromiso que incluye no desarrollar ni almacenar armas químicas, no transferir estas armas y destruir las que se posean, entre otras condiciones.
Un total de 192 Estados reconocidos por Naciones Unidas lo han firmado y adoptado. Las excepciones son Israel, Corea del Norte, Sudan del Sur, y Egipto.