Piensen que soy un ingenuo, preferible es pasar por tal que por hijoputa; si no habría que admitir que quien prefiriere lo segundo ya lo era y lo tenía claro de antes, no se es hijoputa para compensar una injusticia; se puede no ser tonto, no dejarse, mas hacer daño a consciencia es otra cosa. La ingenuidad hay que traducirla como confianza, no esperanza, eso suena a fe, confianza en que las cosas pueden ocurrir con una cierta… prevención.
Tanta teoría ética y al final es el sentimiento, una simpatía no justificable racionalmente. La cara del otro expresa el grado de bondad de tu actuación; por ejemplo, si su mirada es de terror, de incomprensión, de pavor y vacío, de horror, quizá no debieras fusilarlo, pegarle, insultarlo, despreciarle, violarla o reírte en su faz con la soberbia de quien está de paso de todo. Se trata ¡no! de ser bueno, eso está bien para quienes suben su escalera al cielo, sino de no ser mala, no ser hijoputa, porque cada cual sabemos cuándo y cuánto lo somos.
La ruina que tenemos en lo alto es de tal calibre que nadie quiere poner el dedito en la herida. La pregunta es sencilla, ¿la estructura económica de este país (la mundial) está preparada para reaccionar y mantener la vida social como hasta ahora la hemos conocido? ¿La economía puede seguir generando riquezas suficientes para sostener los servicios sociales, las infraestructuras públicas y la vida digna de la población en general tal y como la veníamos conociendo en el último medio siglo?
Intern_My Drone World00:00PreviousPlayNext00:24 / 04:07UnmuteFullscreenCopy video urlPlay / PauseMute / UnmuteReport a problemLanguageMox Player
Ésta es la clave, ha ocurrido una debacle, no podemos mirar hacia otro lado. ¿De verdad todo el discurso de los representantes más egregios del empresariado español se limita a recordar que no sería “inteligente” retocar el nivel de beneficios porque la inversión se retraería?
Hay un sector de la sociedad al que le va a tocar trabajar como siempre, prácticamente lo comido por lo servido, es su único medio para sobrevivir; el cambio ahora (la enésima neopauperización de las últimas décadas) va a llegar con la imposibilidad de mantener Educación, Sanidad, coberturas sociales, transportes públicos… porque la riqueza de esta parte de la sociedad no es su capacidad de invertir, repetimos, sino la de poder trabajar con unas mínimas aspiraciones a una vida que no sea esclavitud encubierta y a un futuro para su prole precaria.
Pero si las clases con capacidad de invertir no se dan cuenta de que todo ha cambiado, de que para que pueda existir una mínima justicia social los beneficios quizá deban moderarse (lo que no significa más que ser un poco menos rico) y que eso no es atacar a la inversión sino aceptar una cuota de responsabilidad y, sí, también de inversión pero a la larga, porque el conflicto social no conviene a nadie; digo que si no asumen que todo ha cambiado para todos… entonces es que o no se dan cuenta de que nuestra economía (la de todos) ha perdido un quinto de su capacidad o es que este dato se la reflonflinfa abiertamente y no van a aportar nada más que su cara linda sin perder un ápice de ingresos, el problema será de otros…
¿Cómo no es de izquierdas la banca? Porque les garantizo algo, nada hay mejor para una economía sin sobresaltos que la estabilidad social; o sea, que si promueven en plena crisis estructural el sostenimiento del nivel de beneficios a costa de las clases trabajadoras más pronto que tarde les va a explotar en la cara el experimento, constatarán que una vida digna mejor repartida es crear más riqueza estructural… no de clase. ¿Hay alguien en algún puesto de responsabilidad económica que haya estudiado y lo aplique o sólo entienden de restaurantes y “jacuzzis”?
¿Cómo hemos llegado a una sociedad en la que la ética se ha convertido en chufla contra unas cuantas personalidades supuestamente bizarras y sin autoridad? Loco, ingenuo, irreal, idiota, enterado, no ser mala persona acarrea un desprestigio tal que es difícil de soportar. Es mejor dar lecciones de bueno, oponer siempre la Verdad, el criterio, lo correcto, los valores… para después abusar, robar, pedir, sobrecoger y disfrutar el lujo, esa heroína monetaria que tan adictos tiene a los habitantes de un planeta que, como en una de esas barriadas-vertederos, se dedican a pulular probando posturas sin importar nada de lo que de verdad hace a una vida.
No hace falta ir a la universidad para ser un hijoputa, aunque últimamente abunda mucho con título. Es preferible poder mirarse uno a sí mismo a la cara, con todos los errores y las faltas, porque quien no puede hacerlo siempre deriva a buscar culpables fuera de su cabeza y el mundo se le convierte en un campo de odio para el que sólo cabe la detención, la eliminación, la segregación, los clasismos, los racismos, etc., el abuso del poder… y con éstos estamos.