La primera grieta en la omertà de la mafia fue una empresa difícil. Derribar ese muro de silencio en el Estado, donde nunca hubo un solo arrepentido, parecía imposible. Ahora, sin embargo, uno de los periodos más turbios de la historia moderna italiana ha quedado parcialmente iluminado con una histórica sentencia que prueba la negociación entre el Estado y la Mafia en los años noventa. Es el resultado de un proceso de cinco años y seis meses que otorga condenas a miembros de los cuerpos policiales, a un ex senador y a exponentes de la Cosa Nostra por haber mantenido conversaciones para que cesasen lo asesinatos. Sucedió entre 1992 y 1993, antes y después de los atentados que se cobraron la vida, entre otros, de los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino y que escribieron a fuego y sangre la historia de Italia.
El caso trattativa [negociación en italiano] pretendía demostrar cómo el Estado italiano, a través de algunos miembros de los cuerpos especiales de los carabinieri (ROS) —que presuntamente hicieron de puente entre el Estado y la Mafia— y de varios políticos, aceptó entablar conversaciones con la Cosa Nostra y se arrodilló ante sus peticiones, muchas de ellas dirigidas a la reducción de penas y plasmadas en el famoso papello, una lista con exigencias escrita de puño y letra por el cerebro de la operación, el propio Toto Riina. La investigación, iniciada hace 10 años por los fiscales Nino Di Matteo, Francesco Del Bene, Roberto Tartaglia y Vittorio Teres, apuntaba con nombres y apellidos a las personas encargadas de llevar a cabo un proceso en el que incluso se acusó al general de los carabinieri, Mario Mori (condenado ahora a 12 años), de entorpecer en 1995 el arresto del
El caso sentó un insólito precedente en un país acostumbrado a vivir eternamente con centenares de oscuras conspiraciones sin resolver. Nunca se habían sentado en un mismo banquillo miembros de la organización criminal más sanguinaria de Italia —incluido el propio capo dei capi, Totò Riina— y las más altas autoridades del Gobierno (llegó a declarar el entonces presidente de la República, Giorgio Napolitano). Pero como con tantos periodos oscuros de la historia reciente del país, nadie pensaba que el proceso fuese a aclarar nada. A falta de las motivaciones de la setencia, que se publicarán dentro de un mes y medio, han quedado probados la mayoría de delitos.
Todo arrancó con el testimonio y los documentos aportados por Massimo Ciancimino, hijo del ya fallecido exalcalde de Palermo condenado por pertenencia a la Mafia. La fiscalía sostenía que su padre fue la primera persona con la que el Estado contactó para iniciar las negociaciones del pacto. Ciancimino acusó directamente al ex senador, fundador de Forza Italia y mano derecha de Silvio Berlusconi, Marcello Dell’Utri —ahora condenado a ocho años— y este lo tachó de “loco” y “cretino”.
La sentencia, que condena también al capo mafioso y cuñado de Riina, Leoluca Bararella (28 años de cárcel) por amenazas al Estado, y Antonino Cinà (12 años), aporta luz a varios pasajes de la tortuosa relación de Italia con la mafia. Pero no aclara elementos clave como qué sucedió desde el asesinato de Falcone —el 23 de mayo de 1992— y el de su amigo Borsellino, 57 días más tarde. El arrepentido Giovanni Brusca, pieza clave del caso y absuelto ahora por prescripción, contó en su momento a la policía que su muerte se había “acelerado” por la oposición de este al pacto. De hecho, Borsellino se reunió el 1 de julio con el entonces ministro del Interior, Nicola Mancino —imputado también y absuelto ahora— y salió escandalizado del encuentro, según testigos.
El fiscal Di Matteo, que ha dedicado obsesivamente su vida al caso y vive bajo el máximo nivel de seguridad tras las amenazas que recibió de Riina, expresó ayer su enorme satisfacción por el resultado. “La negociación existió. Mientras explotaban las bombas había exponentes del Estado negociando con Cosa Nostra y transmitían sus amenazas al Gobierno”. El resultado abre una puerta hasta ahora cerrada a cal y canto en Italia y vuelve a apuntar a Silvio Berlusconi, cuyo hombre de confianza —que ya estaba en la cárcel por asociación mafiosa— ha sido condenado de nuevo. Lirio Abbate, periodista de L’Espresso y uno de los máximos expertos en Italia sobre este proceso, cree que la negociación política actual no puede quedar al margen de esta noticia. “No hay duda que hubo una negociación entre estado y mafia. Hombres de los carabinieri estuvieron al servicio de la Cosa Nostra. Y alguien como Marcello Dell’ Utri tuvo un papel importante. Esta sentencia debe tener repercusiones en un momento político en el que Berlusconi está intentando volver a la política”, denuncia. Pero el ex Cavaliere y su entorno, como en los últimos 20 años, siguieron guardando silencio.