“Mi apresamiento es fruto de la maldad de la DNCD, en combinación con otra persona, a quien me negué a darle un dinero bajo el chantaje de que me involucraría en los negocios de mi hermano Juan”.
De esta manera se defendió, hace 23 años, Sergio Moya, alias “Gory”.
Salía de un proceso judicial largo que le puso en el centro de la opinión pública y que encontró su punto más alto cuando su hermano se declaró culpable por narcotráfico, en Puerto Rico.
Durante esos años de finales de los 90 y comienzos del 2000, los principales periódicos presentaban con frecuencia el considerado como “el caso de lavado de dinero más grande que hemos trabajado”: el de los hermanos Moya de la Cruz, Juan y Sergio (Gory), quienes, de acuerdo con crónicas de la época, en un par de años pasaron de vivir de una casa humilde en Sabana Grande de Boyá a manejar millonarias sumas de dinero.
Tal como lo narran periodistas, la vida de estos fue, prácticamente, de película.
Juan es el hermano mayor; Sergio es el siguiente. Ambos tenían, hasta los 90, tres hermanas de padre y madre. Sergio tiene hoy 56 años.
En una crónica del periodista Pedro Ángel Martínez, en el desaparecido vespertino “Última Hora”, se detalla que los hermanos eran unos jovencitos pocos conocidos en el pueblo, quienes luego se convirtieron en los “zares” y “caciques” de los juegos de azar.
Los diarios de la época reseñan que para principios de 1990, los hermanos fueron detenidos por las autoridades por poseer una gran cantidad de dinero, producto de los juegos de azar, pero al poco tiempo pagaron una multa y solo estuvieron pocos días presos.
“Contra Juan se instrumentaron expedientes por narcotráfico en Santo Domingo, y logró sobrepasarlos, pero las autoridades norteamericanas no lo habían olvidado¨, indicó en su publicación “Los Moya: un imperio de las drogas y los juegos”, publicado el 24 de mayo de 1998 en Última Hora, el periodista Pedro Ángel Martínez.
En 1985, Juan estaba inscrito en la facultad de Ingeniería de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), a sus 20 años, cuando fue pedido por su madre, en calidad de migrante, hacia Estados Unidos. Un año después, en 1986, fue solicitado Sergio, quien tenía entonces 18 años, relata el referido diario.
“En Estados Unidos, los hermanos se dedicaron a los ‘negocios’ que les dejaron, en unos pocos meses, una alarmante fortuna, dinero que vinieron a colocar en diferentes áreas en el país, siendo el primero público de ellos una tienda de importación de repuestos de vehículos de lujo.
Conjuntamente, comenzaron a operar el negocio de ‘rifa de aguante’, al que siguieron las ‘bancas deportivas y las importaciones”, detalla la publicación.
Para enero de 1995, el gobierno de Estados Unidos solicitó la extradición de Juan Antonio Moya de la Cruz, a quien un gran jurado del Distrito de Puerto Rico levantó seis cargos en su contra, por narcotráfico.
Moya de la Cruz fue arrestado en París, Francia, el 12 de octubre de 1996, tras haber sido acusado de dirigir una organización dedicada a importar cocaína entre República Dominicana y Puerto Rico, que era transportada en equipaje aéreo a Nueva York.
Otros de los acusados en ese caso fueron Santiago Quigley Lugo, Eladio Merced Rivera, Eliezer Salvador Matos, Daniel Núñez, Ana Espi, Winston Rizik, Freddy Rodríguez Acevedo, Leocadio Rodríguez y un dominicano conocido como Marino.
De acuerdo con un informe de la agencia de noticias EFE, Juan Moya eludió, durante un año, la persecución judicial de la Interpol.
El primer cargo contra Juan de la Cruz fue por la supuesta introducción a territorio puertorriqueño y norteamericano de 68 kilos de cocaína, entre el 19 y el 6 de enero de 1993. Asimismo, la segunda trata sobre la supuesta posesión de 10 kilos de coca, en violación del título 23 del código de los Estados Unidos, sección 841 (a) (1), y título 18 del mismo código, sección 2. Y la tercera acusación fue de la supuesta posesión de 21 kilos de coca en alegada asociación y complicidad con otros de los implicados en el expediente.
Juan Antonio Moya se declaró culpable de narcotráfico ante un juez en Puerto Rico, el 3 de abril de 2001, a cambio de una condena de 12 años de prisión.
Era dueño de “San Motorsport”, “Coinpro”, en República Dominicana y había sido acusado en 1993 de dirigir una organización que se dedicaba a importar cocaína desde RD a Puerto Rico.
Arresto y liberación
“DNCD somete a los hermanos Moya” fue el título del artículo publicado por “Última hora” el 2 de julio de 1998, en el que se informó del arresto de Juan y Sergio por lavado de dinero, presuntamente provenientes del narcotráfico.
A este último lo enviaron a la cárcel de Najayo. Ya desde prisión, de acuerdo con el desaparecido periódico, Sergio Moya habría autorizado la venta de una gran cantidad de productos perecederos incautados en la empresa Abastecimientos Comerciales, tales como pescados, mariscos, vegetales, carnes y tubérculos.
El diario relató que en un expediente de más de 200 páginas, se acusaba a los hermanos Moya de la Cruz de encabezar un grupo de malhechores, “dedicados al lavado de dinero, habiendo movilizando grandes cantidades de dinero, invirtiéndolo en bienes muebles e inmuebles en la República Dominicana”.
Luis Alberto Humeau Hidalgo, quien era director de la DNCD, declaró en ese entonces que el caso de los hermanos era “el caso de lavado de dinero más grande que hemos trabajado”. Supuestamente, la banda habría lavado más de 300 millones de pesos de procedencia ilícita.
Los integrantes de la supuesta banda fueron puestos en libertad por el juzgado de la Segunda Cámara Penal del Distrito Nacional el 24 de marzo del año 2000, tras descargarlos por insuficiencia de pruebas.
Según Ultima hora, en la audiencia, el ahora diputado Sergio Moya dijo que su apresamiento obedecía a “una trama montada en su contra por la DNCD y otros sectores a los que supuestamente se resistió a pagar un chantaje”.
¨Mi apresamiento es fruto de la maldad de la DNCD en combinación con otra persona, a quien me negué a darle un dinero bajo el chantaje de que me involucraría en los negocios de mi hermano Juan¨, dijo a las autoridades hace 23 años.
Tanto Sergio Moya como Juan Carlos Espíritu Ortiz, Isa Eunice Díaz Brens y Manuel Rodríguez Pérez salieron de la cárcel tras ser hallados no culpables de los delitos.
Durante la investigación, la DNCD cerró al menos 54 bancas de apuestas, agencias de vehículos, financieras, entre otros negocios.