El coronavirus de Wuhan golpea de lleno a la primera línea del frente contra la epidemia en China. Más de 1.700 médicos, enfermeros y personal hospitalario han contraído el ahora llamado COVID-19. Algunos se encuentran entre los ya más de 1.500 muertos que ha dejado la epidemia. Hay 66.500 afectados, la abrumadora mayoría en la provincia de Hubei.
“La situación de la epidemia en Hubei y en todo el país se encuentra en sumom ento más crítico o en un estado de confrontación estancada. No hay espacio para relajarnos, ni siquiera un poco, debemos mantener el control de la epidemia como la máxima prioridad”, explicaba el jefe de expertos de la Comisión Nacional de Salud, Liang Wannian.
Pero el COVID-19 no entiende de controles ni de fronteras. Su llegada a África tras constatarse un primer caso ha generado alarma en muchos gobiernos, que tratan de coordinarse para evitar que se extienda en un continente que es terreno abonado para la desgracia.
En el frente de los cruceros, más de 2.200 pasajeros y miembros de la tripulación del Westerdam han podido al fin salir del buque en Camboya tras pasar la cuarentena sin declararse ningún caso a bordo. En el Diamond Princess, que está anclado en Japón, ya hay más de 220 casos del COVID-19. Mientras tanto, en miles de mercados asiáticos se sigue comerciando con murciélagos, serpientes y otros animales susceptibles de haber transmitido al hombre el coronavirus.