WELLINGTON, Nueva Zelanda (AP) — El brote de sarampión en Samoa mató a cinco niños más en 24 horas, según confirmó el gobierno el lunes, elevando a más de 50 la cifra de muertos por la epidemia mientras las autoridades trataban de vacunar lo antes posible a toda la población.
Samoa declaró una emergencia nacional el mes pasado y ordenó vacunar a los 200.000 habitantes de la nación insular del Pacífico Sur. El gobierno ha cerrado todas las escuelas y prohibido que los niños asistan a aglomeraciones públicas.
En total han muerto 53 personas desde que se desató la crisis a finales de octubre, incluidos un adulto y dos adolescentes mayores. La mayoría de los fallecidos eran bebés y niños pequeños, 23 de menos de un año y 25 de entre 1 y 4 años.
Más de 1.100 personas han sido hospitalizadas desde que comenzó la epidemia y unas 180 seguían ingresadas, según las autoridades. De ellas, 19 eran niños en estado crítico.
El gobierno samoano creía que el virus había sido propagado por un viajero de Nueva Zelanda.
Por su parte, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Arden, dijo que su país hacía todo lo que podía para ayudar a contener la epidemia, lo que incluía enviar más de 50 profesionales sanitarios y miles de vacunas a Samoa. Otros países, como Gran Bretaña, enviaron también personal y suministros.
“En ocasiones las cosas empeoran antes de mejorar”, dijo Arden aludiendo a la evolución natural de las tasas de infecciones.
Meno del 30% de los bebés samoanos fueron inmunizados contra el sarampión el año pasado, según cifras de la Organización Mundial de la Salud y UNICEF. Esa tasa baja se vio exacerbada tras la muerte de dos bebés debido a un error médico, tras recibir una vacuna mal preparada. Eso causó más demoras y desconfianza en el programa de vacunación.
La Organización Mundial de la Salud se ha marcado el objetivo de erradicar el sarampión de gran parte del mundo para el año que viene. La OMS afirma que la enfermedad es totalmente prevenible gracias a una vacuna segura que lleva en uso desde la década de 1960, y que las muertes por sarampión en todo el mundo cayeron un 84% entre 2000 y 2016, a unas 90.000 en todo el mundo, gracias a una mejora en las tasas de vacunación.