Debajo de los pies de Jim Anderson hay un monstruo que está vivo desde hace más de 2.000 años y que pesa más que tres ballenas azules juntas.
Tiene un apetito voraz, y se abre camino a través de enormes extensiones de bosque. Pero no se trata de una bestia de la mitología griega, sino de un hongo.
Anderson viajó hasta un bosque de Crystal Falls, en Michigan, para encontrar a un organismo que vive bajo el suelo y que él y sus colegas descubrieron hace casi 30 años.
Se trata del Armillaria gallica, un tipo de hongo de miel.
Estos hongos comunes se encuentran en los bosques templados de Asia, América del Norte y Europa, y por lo general crecen sobre madera muerta o moribunda, contribuyendo a acelerar la descomposición.
A menudo su único signo visible son unos cuerpos escamosos de un marrón amarillento que llegan a los 10 cm de altura.
Y cuando Anderson y sus colegas visitaron el bosque a finales de los años 80, descubrieron que lo que en un principio parecía una rica comunidad de Armillaria gallica era, en realidad, un único espécimen gigante.
Estimaron que cubría un área de aproximadamente 36 hectáreas, pesaba 100 toneladas y tenía al menos 1.500 años de edad.
En ese momento el hongo estableció un récord como el organismo más grande del planeta, que ahora ostenta uno similar de un bosque de Oregón, en EE.UU.
“Por aquel entonces provocó mucho revuelo”, explica Anderson.
“Nuestro informe se publicó el Día de los Inocentes, así que todo el mundo pensó que era una broma. Luego, en 2015, decidimos volver y demostrar nuestra predicción de que se trataba de un organismo único”, recuerda.
Acabaron regresando al sitio varias veces para tomar muestras en puntos distantes alrededor del bosque y luego analizar el ADN que obtuvieron en un secuenciador de su laboratorio en la Universidad de Toronto, en Canadá.
Las nuevas muestras revelaron que el Armillaria gallica no solo era un único espécimen sino que era cuatro veces más grande y 1.000 años más antiguo de lo que habían predicho.
Entero pesaba alrededor de 400 toneladas.
Un descubrimiento asombroso
Pero el estudio arrojó luz sobre algo aún más sorprendente que podría ayudar a los humanos en la lucha contra uno de los peores enemigos de la medicina moderna: el cáncer.
Parece que el hongo tiene una tasa de mutación extremadamente baja, lo que significa que evita alteraciones potencialmente dañinas a su código genético.
A medida que los organismos crecen, sus células se dividen en dos para producir nuevas células hijas.
Con el tiempo, el ADN de las células puede dañarse y provocar errores, conocidos como mutaciones, que se introducen en el código genético.
Se cree que este es uno de los mecanismos clave que causa el envejecimiento.
Pero parece que el Armillaria gallica de Crystal Falls podría tener alguna resistencia inherente a estos daños en el ADN, lo que le da uno de los genomas más estables del mundo natural.
Si bien Anderson y su equipo aún tienen que desentrañar exactamente de qué se trata, la notable estabilidad del genoma del Armillaria gallica podría ofrecer nuevas posibilidades a la salud de las personas.
En algunos tipos de cáncer, las mutaciones pueden provocar disturbios en las células, ya que los mecanismos normales que verifican y reparan el ADN se descomponen.
“El Armillaria gallica podría proporcionar un contrapunto a la inestabilidad del cáncer“, afirma Anderson.
Y añade: “Se podrían seleccionar los cambios evolutivos que han permitido que el hongo sea así y compararlos con las células cancerosas”.
Esto no solo podría permitir a los científicos aprender más sobre lo que funciona mal en las células cancerosas sino que también podría proporcionar nuevas formas potenciales de tratar el cáncer.
Un mundo por conocer
Los hongos son unos de los organismos más comunes en nuestro planeta.
Actualmente, más del 90% de los 3,8 millones de hongos que se estima que hay en el mundo son desconocidos para la ciencia.
Solo en 2017 los científicos describieron 2.189 nuevas especies de hongos.
Según un informe del Royal Botanic Gardens Kew de Londres, en Reino Unido, los hongos ya se usan de cientos de maneras diferentes, desde hacer papel hasta ayudar a limpiar la ropa sucia.
Además, alrededor del 15% de todas las vacunas y medicamentos que se producen biológicamente provienen de hongos.
Quizás el más conocido es la penicilina, que se descubrió en un tipo común de moho doméstico que suele formarse en el pan viejo.
Actualmente muchos antibióticos están producidos por hongos.
Pero algunos investigadores creen que apenas estamos en la superficie de lo que los hongos pueden ofrecernos.
“Ya se considera que algunos hongos podrían actuar contra las enfermedades virales”, dice Riikka Linnakoski, patóloga forestal del Instituto de Recursos Naturales de Finlandia.
Los compuestos producidos por los hongos pueden destruir virus que causan enfermedades como la gripe, la poliomielitis, las paperas, el sarampión y la fiebre glandular.
También se conocen numerosos hongos que producen compuestos que podrían tratar enfermedades que actualmente no tienen cura, como el VIH y el virus Zika.