Ocho días después del paso del huracán María por Puerto Rico (3,4 millones de habitantes), en una profunda crisis de acceso a recursos como agua, alimentos, electricidad, combustible, atención sanitaria y vivienda, el Gobierno de la isla y EE UU —del que el país caribeño es Estado Libre Asociado— han decidido activar un despliegue militar para “mitigar” una situación que el gobernador local, Ricardo Rosselló, ha descrito como una incipiente “crisis humanitaria”. Hasta el momento se han registrado 16 víctimas mortales directas del ciclón. Los daños materiales son incalculables.
Alrededor de 1.500 soldados de la Guardia Nacional de Puerto Rico están trabajando ya sobre el terreno, pero más de 5.000 –muchos de ellos incomunicados– no se han reportado aún. Rosselló ha avanzado que estos días llegarán “miles” de soldados más de la Guardia Nacional de otros estados de Estados Unidos. El Pentágono ha anunciado que establecerá un centro operativo en la isla y varios militares de alto rango han sido enviados ya a Puerto Rico por el Departamento de Defensa. Las autoridades han afirmado que será el mayor operativo militar en territorio puertorriqueño.