Durante un acto de toma de posesión de funcionarios gubernamentales recién nombrados en Malacanang, el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, sugirió a las Fuerzas Armadas de su país que si dieran un golpe de Estado, deberían “deshacerse de todos los políticos”, incluyéndolo a él mismo, ya que —dijo— siempre puede volver a Davao, reportan medios locales.
El mandatario opinó que el problema principal de los levantamientos está vinculado al hecho de que asumen siempre el poder líderes opositores experimentados, por lo que sugirió a los militares que elijan a una docena de “líderes jóvenes brillantes” para dirigir Filipinas.
Asimismo, Duterte les advirtió que si abusan del poder recién obtenido, no vivirán mucho. Además, aconsejó subir el salario a los nuevos líderes si tienen éxito y matarlos si fracasan.
La nación del Pacífico occidental ha sido testigo de más de una docena de intentos de golpe de Estado desde el derrocamiento del presidente Ferdinand Marcos en 1986, que gobernó como dictador durante algún tiempo bajo la ley marcial. Los últimos intentos de captura de poder se planearon durante la presidencia de Gloria Macapagal Arroyo, hace más de una década.
El jefe del ejecutivo del país surasiático gobierna desde 2016, cuando consiguió un récord de 16,6 millones de votos. Sus niveles de popularidad alcanzaron el 88% en julio de este año, aunque actualmente se sitúan en el 75%, según varios medios que citan a la organización Pulse Asia Research.
Duterte es famoso por mostrar mano dura contra los narcotraficantes y drogadictos. Según la organización Human Rights Watch, casi 5.000 individuos supuestamente vinculados al narcotráfico y al consumo de drogas fueron asesinadas por policías.