Debido al avance del coronavirus en gran parte de Estados Unidos, los científicos están exhortando a los estadounidenses para que adopten algunas medidas sanitarias que han demostrado ser eficaces para frenar la propagación del virus como el uso universal de cubrebocas, el distanciamiento social, una buena ventilación en los lugares cerrados y la higiene de manos.
Durante los últimos meses, el uso del cubrebocas se ha convertido en un asunto particularmente divisorio (y partidista). Sin embargo, frente al aumento de casos en 40 estados —que incluyen algunos que en fechas recientes han estado inmersos en la coyuntura electoral como Iowa y Dakota del Norte— ahora se ha decretado el uso de mascarillas.
Entre los especialistas en salud pública, existe una aprobación casi unánime de las disposiciones sobre el uso universal de cubrebocas para defender a la población del virus y frenar la pandemia.
“Cuantas más personas usen mascarillas, más protegida está la comunidad y, por lo tanto, más personas nos beneficiamos como individuos”, señaló John Brooks, director general médico del programa de prevención de la COVID-19 de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) de Estados Unidos. “Es como un efecto grupal”.
Brooks es el autor de un boletín reciente de este organismo en el que se afirma que los cubrebocas benefician a quienes los usan, no solo a quienes están a su alrededor. Los CDC afirmaron que si aumentara en un 15 por ciento el número de personas que los usan, sería posible evitar los confinamientos y las pérdidas económicas que podrían llegar a un billón de dólares, casi el 5 por ciento del producto interno bruto.
“Si no nos ayuda a impedir los cierres que se están imponiendo, seguramente sí puede ayudarnos a reducir este pico y mantenerlo bajo posteriormente”, comentó Brooks.
Otros especialistas tuvieron la precaución de señalar que los cubrebocas no actúan por sí solos. “Para controlar la propagación de la COVID-19 y proteger a la población se requiere una estrategia de varios niveles”, afirmó John Volckens, ingeniero en salud pública de la Universidad Estatal de Colorado en Fort Collins.
En agosto, Volckens organizó un taller para las Academias Nacionales de Ciencias, de Ingeniería y de Medicina sobre las maneras de evitar la transmisión del virus por la vía aérea. “Los cubrebocas son una parte fundamental de ese enfoque”, afirmó. “En definitiva, ese es el consenso entre los científicos”.
Así que, ¿cuáles son las evidencias que alientan el uso de cubrebocas? ¿Y qué sabemos del estudio danés que puso en duda que los cubrebocas protegieran a quienes los portaban? Les pedimos a especialistas que opinaran sobre los últimos hallazgos.
Los tipos de cubrebocas
El término cubrebocas se refiere a cualquier tipo de protección que cubre el rostro, pero su eficacia depende en gran parte del modelo. El criterio de referencia es el N95 que, como su nombre lo indica, es capaz de detener el 95 por ciento de las partículas nocivas que podría inspirar o espirar la persona que lo usa. Las mascarillas quirúrgicas también son muy eficaces para filtrar estas partículas.
No obstante, los expertos afirman que solo los trabajadores sanitarios requieren ese nivel de protección. Los médicos y las enfermeras trabajan muy cerca de los pacientes infectados durante periodos prolongados, lo cual aumenta de manera considerable el riesgo de que se contagien de coronavirus, señaló Brooks.
Por otro lado, la persona promedio está expuesta a cargas mucho menores del virus y de manera menos frecuente, así que quizá esté protegida con una mascarilla de tela bien elaborada, comentó Brooks. En algunos casos, unas buenas mascarillas de tela que cuenten con varias capas que puedan retener las partículas del virus —las más gruesas por lo general son resistentes a la luz— son tan eficaces como los cubrebocas quirúrgicos.
Además, las mascarillas de tela son reciclables y duraderas, y conservan su eficacia incluso después de varias lavadas. Las N95 y las quirúrgicas casi siempre se usan una sola vez y “se tiran a la basura”, comentó Brooks.
Los cubrebocas evitan que las personas infectadas propaguen el virus
Es indiscutible que los cubrebocas N95 y los quirúrgicos evitan que los patógenos infecten a otras personas, una de las razones por las que los médicos casi siempre han usado cubrebocas quirúrgicos para proteger a sus pacientes.
Existen cada vez más pruebas de que también las mascarillas de tela detienen los virus que exhala una persona infectada cuando respira, habla, canta o grita y que eso controla la propagación desde el origen.
Este hallazgo se volvió especialmente importante cuando los científicos supieron que las personas que ni siquiera tienen síntomas podrían transmitir el virus. Más del 50 por ciento de los contagios pueden ser provocados por personas asintomáticas.
Volckens señaló que además de los estudios epidemiológicos que demuestran que el uso de los cubrebocas es extendido en países que han controlado de manera exitosa el virus, se ha demostrado que reducen considerablemente el virus en las entidades regionales estadounidenses y los centros de atención médica.
Los cubrebocas protegen a quienes los usan, aunque todavía no se sabe con cuánta efectividad
En muchos estudios se ha demostrado que todos los tipos de mascarillas brindan cierto nivel de protección. Pero aún no se sabe con precisión cuánta protección ofrecen.
“La protección no es del 100 por ciento para quienes las usan”, comentó Leana Wen, excomisionada adjunta de salud de Baltimore, acerca de las mascarillas de tela. “Por esa misma razón es tan importante el uso universal del cubrebocas, porque necesitamos que lo porten las personas infectadas”.
Se cree que, en este sentido, los cubrebocas N95 son los más eficaces, seguidos de los quirúrgicos. Pero son escasas las evidencias sobre las ventajas de las mascarillas de tela.
“No se han hecho estudios adecuados sobre la protección para el usuario”, afirmó Linsey Marr, especialista en la transmisión de los virus por vía aérea del Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia. Sin embargo, afirma que la mayoría de los investigadores cree que las mascarillas de tela ofrecen al menos cierta protección.
Algunos de los estudios sobre la protección del usuario se realizaron en laboratorios en condiciones ideales, o con maniquíes, lo que no capta situaciones más realistas en las que las personas usan los cubrebocas de manera inconsistente o incorrecta.
A pesar de eso, en uno de esos estudios, una mascarilla hecha con cuatro capas de gasa quirúrgica de tejido apretado evitó la transmisión de manera más efectiva cuando la usaban ambas partes que cuando solo la portaba una persona infectada, dijo Brooks.
“Funcionaron mejor juntas, y las mascarillas de tela funcionaron esencialmente tan bien como las quirúrgicas”, dijo. “Cuando usas un cubrebocas, estás protegiendo a los demás además de a ti mismo”.
Es más difícil evaluar los cubrebocas que los medicamentos o las vacunas
Los detractores de las reglas de usar cubrebocas han exigido durante mucho tiempo un ensayo clínico aleatorio que determine su eficacia. Pero, aunque esas pruebas son obligatorias en el caso de los medicamentos y las vacunas, no son ideales para evaluar comportamientos que están sujetos a lo que las personas relatan, comentaron los expertos.
“Muéstrenme los ensayos clínicos que demostraron la eficacia del lavado de manos”, dijo Volckens. “Y creo que todos estamos de acuerdo en que fumar causa cáncer y es malo para la salud, ¿significa eso que no podríamos creer que fumar causa cáncer porque no hay un ensayo clínico?”.
La mayoría de los estudios sobre mascarillas faciales de tela han sido observacionales y analizaron si su uso detuvo la propagación a nivel comunitario. El último boletín de los CDC sobre cubrebocas enumera varios estudios de este tipo que confirman el beneficio de la implementación de su uso.
En un estudio, dos peluqueros usaron mascarillas y tenían síntomas pero no transmitieron el virus a ninguno de sus 67 clientes que también usaban cubrebocas. En otro, las mascarillas parecían reducir el riesgo de infección en un 70 por ciento durante un brote a bordo del portaviones U.S.S. Theodore Roosevelt.
Es especialmente difícil evaluar el beneficio que el cubrebocas le da al usuario porque “tenemos que poder medir lo que hay detrás del cubrebocas y lo que llega a la boca a través de él”, señaló Marr.
Un estudio danés publicado el miércoles consistió en un ensayo clínico aleatorio que evaluó si el cubrebocas protegía a los usuarios. No encontró ningún efecto estadístico significativo. Pero, según los expertos, la investigación tiene limitaciones importantes: se realizó cuando la transmisión comunitaria en Dinamarca era baja y su uso estaba lejos de ser reglamentario.
“No alcanzó un efecto a nivel comunitario”, afirmó Volckens.
La cifra de participantes en el estudio era pequeña y solo la mitad de los sujetos que usaban cubrebocas informaron que lo hacían tan rigurosamente como se recomendaba. Incluso quienes los portaban con regularidad no los usaban en restaurantes, bares, gimnasios ni en su casa, los lugares donde tiende a haber más contagios en una comunidad, aseguró Marr.
“Es difícil llevar a cabo estos estudios en la vida real”, mencionó.
Sin embargo, el estudio detectó una protección del 15 por ciento para el usuario, aunque la cifra no fue estadísticamente significativa. Pero, según Marr y otros investigadores, puede tratarse de una subestimación.
“Sigo pensando que las mascarillas son la intervención más barata, eficaz y versátil que podemos tener si el distanciamiento social no es posible o variable, o si la ventilación interior es deficiente”, dijo Julian Tang, profesor honorario de ciencias respiratorias en la Universidad de Leicester en el Reino Unido.
Las recomendaciones sobre el uso de los cubrebocas han cambiado con el tiempo. Así es cómo funciona la ciencia
Se ha criticado a los CDC por sus cambios radicales con respecto a los cubrebocas desde el inicio de la pandemia, cuando recomendaban que solo fueran usados por las personas sintomáticas. Los centros comenzaron a recomendar el uso universal de las mascarillas en abril (la Organización Mundial de la Salud tardó incluso más tiempo y emitió su aprobación en julio).