La pregunta acerca del paradero de Jack Ma repercute por estas horas en todos los portales de noticias del mundo.
El dato duro es que el multimillonario, fundador y dueño del conglomerado tecnológico Alibaba, lleva dos meses sin aparecer en público. Su última aparición fue en un evento online transmitido en vivo el 31 de octubre pasado.
La hipótesis central es que Ma cayó en desgracia con el gobierno de China luego de dar un discurso Shangai donde hizo fuertes críticas al sistema regulatorio chino.
El presidente de China, Xi Jinping, parece estar encabezando un endurecimiento de las prácticas monopólicas. Foto: REUTER.
A Beijing no le cayeron nada bien las ásperas palabras de Ma, quien afirmó que “China no tiene un riesgo financiero sistémico simplemente porque no tiene un sistema, y ese es el riesgo”.
También acusó a los bancos chinos de operar con “mentalidad de banca de empeños”, cuando en realidad “la buena innovación no tiene miedo de las reglas, sino de reglas anticuadas”.
Poco después de su ponencia, y en cuestión de días, el gobierno bloqueó la salida a la bolsa de su empresa Ant Group, y lanzó una investigación antimonopolio contra Alibaba.
Si bien es claro que el gobierno de Xi Jinping decidió avanzar contra Ma y busca controlar de forma más férrea las empresas que osan criticar aspectos de su política, lo cierto es que el gobierno también parece haberse aprovechado del hecho de que multimillonarios como el fundador de Alibaba generan cada vez más resquemor en grandes porciones de la sociedad china.
Jack Ma, un mulitimillonario caído en desgracia. Foto: AP
Según una nota en The New York Times, una de las razones primordiales del descontento pareciera ser la sensación de que las oportunidades que le permitieron florecer a Ma son cada vez más escasas, y menos accesibles para el ciudadano de pie.
Si bien China tiene más billonarios que Estados Unidos y la India juntos, se estima que alrededor de 600 millones de sus habitantes gana menos de 150 dólares al mes. El consumo en el país cayó cerca del 5% durante los primeros 11 meses de 2020, pero se estima que los consumos de lujo crecieron cerca del 50% comparado con 2019.
Para los jóvenes, aún los que tienen un título universitario y acceden a buenos empleos, es cada vez más complicado poder acceder a su primera vivienda en las ciudades más importantes.
Por otra parte, las generaciones más jóvenes han debido recurrir al endeudamiento con empresas como el Ant Group de Ma, lo que también genera resentimiento y enojo.
Una foto de Jack Ma de 2019, cuando aún gozaba de la simpatía del público. Foto: AP
Jack Ma supo ser una figura admirada en China. Interpretó a un maestro de kung fu en una película con estrellas chinas en 2017 y cantó con la estrella pop Faye Wong.
Para los ambiciosos jóvenes del país, su ascenso era un vistazo al éxito que se podía llegar a conquistar gracias a la explosión capitalista del país.
Sin embargo, en los últimos tiempos su prestigio ha menguado. En redes sociales los epítetos contra él vuelan en todas las direcciones: desde “villano” hasta “malvado capitalista” y “fantasma chupasangre”.
En las notas periodísticas dedicadas a su figura es cada vez más común ver comentarios que citan una de las frases más célebres de Karl Marx: “trabajadores del mundo, ¡uníos!”.
El gobierno de Xi Jinping parece estar más que dispuesto a navegar esta ola de descontento. En una reunión del Partido Comunista en diciembre, una de las políticas económicas más discutidas fue la necesidad de reforzar las medidas antimonopolio para prevenir la “desordenada expansión del capital”.
Para algunos analistas, la decisión de Beijing de ir contra Jack Ma puede marcar un punto de inflexión en la relación entre el gobierno y los empresarios chinos.
El presidente Xi Jinping dejó muy claro qué tipo de empresario imagina para China. En diciembre dio un tour por un museo dedicado a Zhang Jian, un empresario industrial que vivió hace más de un siglo.
Una de las razones que volvieron célebre a Zhang fue que, además de ganar dinero, ayudó a desarrollar su pueblo natal de Nantong, y abrió cientos de escuelas.
En julio pasado, Xi ya se había referido a Zhang como una figura digna de admirar en una reunión con empresarios, un mensaje que algunos interpretaron como una forma de decir que el patriotismo debe anteponerse a las ganancias.
Aún es difícil de predecir cuán lejos irá el gobierno chino en su intento de regular a los empresas, pero está claro que hay un frente de tormenta en el horizonte.
Redacción Clarín