Las menores refugiadas tienen la mitad de probabilidades de matricularse en la educación secundaria que los niños, a pesar de que constituyen la mitad de la población en edad escolar, según revela un informe de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) publicado este miércoles.
En un comunicado, la agencia ha destacado que para los menores refugiados “las puertas de la escuela son más difíciles de abrir” que para el resto de los niños y todavía más para las niñas refugiadas, “que tienen mucho más complicado encontrar y mantener un sitio en clase”.
A medida que van creciendo, las niñas refugiadas se enfrentan a mayores niveles de marginación por lo que en la educación secundaria la brecha de género es mucho más amplia, concluye el documento. “La comunidad internacional debe reconocer la injusticia de negar una educación a niñas y mujeres refugiadas”, ha señalado en el comunicado el alto comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados, Filippo Grandi.
Los valores culturales priorizan la educación de los niños
El texto revela que las convenciones sociales y culturales a menudo dan prioridad a los niños para atender al colegio por delante de las niñas. “Debemos superar barreras inmensas y pedimos un esfuerzo internacional para cambiar el rumbo”, ha añadido.
En este sentido, la deficiencia de instalaciones sanitarias adecuadas y de productos menstruales pueden bloquear el acceso de las niñas refugiadas a las escuelas, además del desafío que supone el coste de los libros, los uniformes y el viaje a la escuela que puede ser prohibitivo para familias de refugiados.
“PedImos un esfuerzo internacional para cambiar el rumbo“
“Encontrar soluciones a los retos a los que se enfrentan las niñas refugiadas requiere acciones en todos los ámbitos, desde el Ministerio de Educación nacional, hasta las instituciones de formación de profesores, pero también en comunidades y en las aulas”, ha sostenido Grandi.
La educación protege y empodera a las menores
De acuerdo con la información de ACNUR, las niñás tienen más posibilidades de ir a la escuela si sus padres pueden trabajar para mantener a sus familias. El texto incide en que ninguna niña debe faltar a clase porque el trayecto sea demasiado largo o peligroso, e insiste en que deben estar protegidas contra el acoso, el abuso sexual y el secuestro en su camino al colegio.
Asimismo, el documento considera que hay una necesidad urgente de formar más profesoras mujeres tanto en comunidades de refugiados como de acogida para asegurar que promueven mejores prácticas y protegen a sus alumnas contra comportamientos que impiden que las niñas asistan al colegio.
“Si descuidamos su educación, las consecuencias se prolongarán durante generaciones“
La educación de las niñas refugiadas las protege de vulnerabilidad, de la violencia sexual, de embarazos prematuros y del matrimonio siendo menores, sostiene ACNUR; a la vez que las empodera al adquirir habilidades de liderazgo y autoestima.