Arriba, en la cima de una colina y junto a un parque de casas rodantes en la costa de North Yorkshire (noreste de Inglaterra), se encuentra la estación de escucha continua que más ha perdurado en el mundo.
La base GCHQ se instaló justo antes de la Primera Guerra Mundial en Scarborough, ubicación ideal para interceptar señales de radio navales de Alemania procedentes del Mar del Norte.
Durante la Segunda Guerra Mundial, ayudó a localizar submarinos nazis en el Atlántico. Y en la Guerra Fría fue empleada para monitorear las comunicaciones soviéticas.
El personal trabajaba en un búnker húmedo, muchas veces maloliente.
“La sala estaba llena de gente con los auriculares puestos. Tu misión era no perder ni un sonido”, explica Sheila, una veterana del enclave.
“Si querías ir al baño, tenías que levantar la mano, alguien tiene que entrar y tomar tu lugar”, añade la mujer, actual directora de la base que, como el resto del personal, solo ofrece un nombre para proteger su identidad.
Durante la Guerra Fría, Estados Unidos y Reino Unido, junto a Australia, Canadá y Nueva Zelanda, formaron los llamados “Cinco Ojos“, una alianza de cooperación en cuestiones de inteligencia.
En ese esquema de vigilancia, la base de Scarborough se enfocaba en la flota soviética en el Mar Báltico del noreste de Europa, pero también se le asignó el monitoreo de barcos mercantes soviéticos en el hemisferio norte.
“Máxima prioridad”
Las labores que regularmente no tenían mayor relevancia cambiaron repentinamente en la base inglesa y se convirtieron en centro de los asuntos mundiales en 1962.
“Una sencilla tarea que tradicionalmente estaba al final de la lista de prioridades de Scarborough de repente se convirtió la máxima prioridad para la inteligencia británica”, dice a la BBC Tony Comer, historiador de la base GCHQ.
El 16 de octubre de 1962, el presidente estadounidense John F. Kennedy fue informado de que la Unión Soviética estaba enviando secretamente misiles nucleares a la isla de Cuba, la cual se ubica a solo 150 km de territorio estadounidense.
Algunos de sus asesores, incluidos militares, presionaron a Kennedy para lanzar una invasión inmediata de la isla, pero el presidente optó por un bloqueo naval para que ya no pudieran llegar más envíos, lo cual se anunció la noche del 22 de octubre.
Algunos barcos soviéticos ya se dirigían a la isla. La pregunta era si iban a romper el bloqueo. Si lo hacían, el riesgo era que se desatara un conflicto que podría convertirse en una guerra nuclear.
Los operadores en el búnker de Scarborough podrían interceptar mensajes de barcos soviéticos que informaban sobre su posición y luego usar eso para trazar su ruta.
¿Los soviéticos iban a tratar de engañar a Kennedy o no?
“Scarborough fue la organización que pudo decir exactamente dónde estaban estos barcos, cuándo dejaron de navegar hacia Cuba y cuándo dieron la vuelta y regresaron a la Unión Soviética“, explica Comer.
Un informe clave al respecto acaba de ser desclasificado en Scarborough, el cual es titulado “Cambios de Curso de Buques Mercantes Soviéticos”.
Línea a la Casa Blanca
El documento indica que el 24 de octubre, el Kislovodsk, un buque de carga soviético, informó una posición al noreste de donde había estado 24 horas antes, confirmando que había “interrumpido” su viaje y regresado hacia el Mar Báltico.
Al día siguiente, los informes muestran que más barcos que originalmente tenían como destino Cuba alteraron su curso y regresaron a los puertos soviéticos.
Los reportes, algunos de los cuales están parcialmente clasificados y con datos censurados, no son diferentes de otros que Scarborough habría distribuido en épocas de normalidad.
Pero en este caso también se envió una copia directamente a la Sala de Guerra de la Casa Blanca. Proporcionarían los primeros indicios de que la crisis no iba a escalar.
En cuestión de días, comenzaron las conversaciones que “rescatarían” al mundo del borde de la guerra.