RÍO DE JANEIRO.- Sea segunda ola o repique de la primera, debate en el que siguen sumergidos científicos y médicos locales, la realidad es que la pandemia en Brasil alcanzó, nuevamente, niveles críticos. Los hospitales de siete capitales regionales, entre ellas Río de Janeiro, San Pablo y Porto Alegre, están al borde del colapso.

Mientras el presidente Jair Bolsonaro anuncia el “finalcito” de la pandemia, médicos como Rodolfo Espinoza, que trabaja en los sistemas de salud público y privado de Río, se desdoblan para conseguir internar la mayor cantidad de pacientes. Consultado sobre el panorama actual, Espinoza afirmó que quien llega hoy a algunos de los principales hospitales de la ciudad ya no encuentra una cama de terapia intensiva disponible.El misterio de los monolitos llegó a América Latina: descubrieron uno en Paraguay

Brasil superó las 180.000 muertes y, en los últimos días, registra más de 50.000 nuevos casos cada 24 horas. La situación, coinciden especialistas, es gravísima. En los hospitales, los médicos empezaron a notar las consecuencias desastrosas del no cumplimiento de las normas elementales de distanciamiento social hace un mes. “A mediados de noviembre empezamos a colapsar. Es todo muy complicado, porque los médicos están extenuados y existe, además, un ambiente de profunda irritación con el gobierno nacional”, comentó Espinoza a LA NACION.

En las elecciones de 2018, el apoyo de los profesionales de la salud a la candidatura de Bolsonaro fue expresivo. Hoy, muchos de ellos se arrepienten y no pueden creer las declaraciones que llegan desde el Palacio del Planalto. “Hace pocos días, hubo un comunicado de la Sociedad de Infectología pidiendo responsabilidad y recordando que aún no existe un tratamiento para el Covid-19. ¡El Ministerio Público pidió una explicación! Es increíble cómo se politizó todo y hoy los médicos debatimos cuál es nuestra verdadera función, porque para el gobierno pareciera que no es más salvar vidas”, lamentó el médico carioca.

Las principales decisiones que tienen que tomar las autoridades brasileñas nacionales y regionales se politizaron. La Academia Nacional de Medicina brasileña divulgó un comunicado en el que afirmó que “manifiesta enorme indignación por el descuido y la negligencia por parte de las autoridades gubernamentales y de la clase política que siguen siendo omisos a intereses electorales, menospreciando la vida de los ciudadanos”.

El estupor de la comunidad médica se explica no solo por la irresponsabilidad de Bolsonaro y su ministro de Salud, el general Eduardo Pazuello, sino también por la actitud de dirigentes como el gobernador de San Pablo, el opositor João Doria. En los últimos días, Bolsonaro, Doria y Pazuello fueron protagonistas de un debate público sobre la vacuna contra el Covid-19. El gobierno nacional aún no confirmó qué vacunas comprará para distribuir a todo el país y la incertidumbre fue aprovechada por Doria para promocionar la llamada “coronavac”, la vacuna que el Instituto Butantã, de San Pablo, ya empezó a producir en alianza con el laboratorio chino Sinovac. El gobernador, que nunca escondió sus aspiraciones presidenciales, prometió empezar la campaña de vacunación a fines de enero próximo.

Mientras tanto, otros gobernadores, como el también opositor Flavio Dino, de Maranhão, presionan al gobierno y al Supremo Tribunal Federal (STF). Dino presentó una demanda en el STF para obtener su autorización para importar vacunas de otros países, sin el aval de la estatal Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa). Otros gobernadores exigieron a Pazuello un plan nacional de inmunización, algo que dependerá del visto bueno de Bolsonaro, que en reiteradas oportunidades minimizó la importancia de una vacuna. Para todos, es muy difícil adoptar nuevas medidas de aislamiento social, y no existe una orientación en ese sentido del gobierno. Todo lo contrario.

“Brasil está siguiendo el camino de Estados Unidos y no el de los países europeos. Hoy el virus circula por todo el país y la estupidez política no podría ser mayor. Nunca pensamos que una disputa electoral podría afectar de esta manera la salud pública”, dijo Paulo Buss, profesor emérito de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), que selló un acuerdo para producir la vacuna de la Universidad de Oxford. “Por la velocidad de transmisión que vemos, es muy posible que superemos los números diarios de muertos y contagiados del comienzo de la pandemia”, advirtió.

En una reciente columna en el diario O Globo, el escritor y periodista Elio Gaspari comparó la pandemia en Brasil a un ataque con bomba nuclear: “Ya hubo más muertos que en Hiroshima, en 1945. Contra bombas atómicas no existe vacuna, pero contra el Covid-19 habrá… Bolsonaro y Doria se acusan mutuamente de hacer política en medio de la pandemia. Es verdad, pero un detalle los separa. Uno hace política con una ‘gripecita’, el otro ofrece una vacuna”.Por: Janaína Figueiredo