TEL AVIV.- En la lucha contra el coronavirus Israel se está topando con el límite de las vacunas. El país, conocido por su espíritu innovador y sus avances tecnológicos, es ahora el más rápido del mundo en la vacunación contra el coronavirus, una campaña impulsada por el orgullo nacional y el anhelo de “volver a vivir”, según palabras del primer ministro Benjamin Netanyahu .

Pero los expertos dicen que la reapertura del país demorará aún varios meses, por la complicación que presentan ahora las mutaciones del virus que se están propagando desde Gran Bretaña y Sudáfrica, la negativa de algunos sectores de la sociedad israelí a cumplir con las medidas de seguridad, y las interrupciones en la vacunación de las personas menores de 60 años.

Aunque se espera que en los próximos días el gobierno empiece a flexibilizar la tercera cuarentena nacional que aún está en vigor, es muy probable que siga habiendo confinamientos y restricciones parciales, al ritmo zigzagueante de la pandemia.

“Es como caminar en la cuerda floja”, dice Eyal Leshem, director del Centro de Enfermedades Tropicales del Centro Médico Sheba.

Más de un tercio de los 9,3 millones de habitantes de Israel recibieron al menos una dosis en pocas semanas, y más de 1,9 millones recibieron ambas dosis: si todo sale bien, el país podría tener inmunizada a toda su población adulta para fines de marzo.

Junto a los elogios por su celeridad, Israel también es objeto de críticas globales por excluir de la vacunación a los palestinos de la ocupada Cisjordania y de la bloqueada Franja de Gaza. La situación de los palestinos de los territorios ocupados puso el foco sobre la disparidad mundial entre países ricos y pobres para el acceso a las vacunas.

Los organismos de derechos humanos dicen que Israel, en tanto potencia de ocupación, tiene la obligación de vacunar a los palestinos. Israel rechaza esa responsabilidad y dice que su prioridad son sus propios ciudadanos. Esta semana, sin embargo, Israel le transfirió por primera vez 5000 dosis de la vacuna de Moderna a la Autoridad Nacional Palestina para inocular a los profesionales de la salud.

Israel es un caso testigo para los investigadores, que están comenzado a ver los efectos de las vacunas y haciéndose una idea temprana de lo que les espera a otras naciones.

Netanyahu informó que entre los mayores de 60 años, el primer grupo vacunado, los casos graves de hospitalizaciones disminuyeron un 26% y que los casos confirmados cayeron un 45% en los últimos 16 días. “Esto es resultado directo de la vacunación”, dijo. “Las vacunas funcionan.”

Pero otros indicadores claves, incluido el número de fallecimientos y de nuevos contagios, siguen siendo altos, en parte debido a las mutaciones supercontagiosas, al periodo de espera de un mes hasta que la vacuna desarrolla todo su potencial de inmunización, y a una aparente reticencia a vacunarse de ciertos sectores.

Digitalización

Israel sigue reportando unos 7000 nuevos contagios por día, una de las tasas más altas del mundo desarrollado, y ya murieron de Covid-19 casi 5000 personas, más de una cuarta parte de ellos solo en enero.

El país tiene ciertas ventajas que hacen pensar que el éxito de su campaña de vacunación no es fácilmente repetible en otros lugares. Es un territorio pequeño, con 9,3 millones de personas. Tiene un sistema de atención médica centralizado y digitalizado, que funciona a través de solo cuatro prestadores de salud. Y el primer ministro Netanyahu, hizo de la campaña de vacunación una pieza central de su intento de reelección en los comicios de marzo, negociando personalmente los acuerdos con los directivos de los laboratorios Pfizer y Moderna. Pero más allá de esas condiciones de excepción, los expertos siguen lo que pasa en Israel como una buena referencia.

“El contundente plan de inoculación de Israel demuestra que es totalmente posible que un país vacune a su población de manera rápida y eficiente”, dijo Jonathan Crane, bioético de la Universidad Emory, en Atlanta. Crane elogia el esfuerzo centralizado, al que compara con la “fragmentación” de la entrega por jurisdicciones que se aplica en Estados Unidos.

Más allá de las primeras señales de éxito, ya queda claro que en Israel no habrá un gran “día después” de la pandemia, ese momento de celebración en que todos vuelvan a la oficina y haya festejos multitudinarios.

La reapertura, entre otras cosas, dependerá del éxito en frenar la propagación de las variantes supercontagiosas del virus y del cumplimiento de los recaudos por parte de la población. Esta semana, muchos israelíes observaron horrorizados la celebración de grandes funerales ultraortodoxos de dos rabinos muy respetados, donde la mayoría de los asistentes estaba sin barbijo.

“La reapertura será gradual durante los próximos meses”, dice Nadav Davidovitch, decano de la facultad de salud pública de la Universidad Ben-Gurion. “La vacunación es fundamental, pero no resuelve todos los problemas”, añade.

Agencia AP