Hace más de dos décadas, cuando Melly Barajas Cárdenas y su padre estaban de vacaciones en Mazamitla, México, él le dijo que quería que se hiciera un tequila en su honor. En aquella época, Barajas Cárdenas era diseñadora de modas en Guadalajara, de donde es originaria.
“No sabía nada del tequila”, comentó Barajas Cárdenas, quien prefirió no decir su edad, en una entrevista telefónica reciente. “Pero ese era el deseo de mi padre”. Así que decidió que buscaría la forma de cumplirlo. Tocó varias puertas en busca de ayuda de varios productores de tequila, hasta que logró encontrar a uno que produjo una línea de botellas para ella.
Barajas Cárdenas pronto se dio cuenta de que quería hacer más.
“Al principio, fue una meta que tenía que lograr, más que algo que quisiera hacer”, manifestó. “Mi negocio de ropa era muy cómodo. Iba a la oficina, regresaba a casa; era sencillo. Pero una vez que estuve en la industria tequilera, me fascinó. El olor, el sabor… era maravilloso”.
En 1999, abrió su propia destilería, Raza Azteca, en Jalisco. En aquel entonces, según un cálculo del Consejo Regulador del Tequila de México, que certifica los tequilas con designaciones de origen, 8 o 9 de los 79 productores de tequila eran mujeres. Hoy, son productoras 12 de 152, un ocho por ciento.
“Ella es una de las pocas maestras destiladoras que hay”, comentó Andy Coronado, propietario de La Gritona, una empresa de Los Ángeles que trabaja con Barajas Cárdenas para producir y embotellar su tequila. Describió a Barajas Cárdenas como una mujer que protege a su gente, conocedora de su oficio, fuerte y algunas veces excéntrica.
“Siempre pide una Coca-Cola y un filete cuando salimos a comer”, recordó Coronado. “Hace a un lado los vegetales de su plato porque dice: ‘Eso es lo que come mi comida’”.
Raza Azteca produce tequila 100 por ciento de agave, que no se mezcla con azúcar ni sabores químicos, para tres marcas de la casa: El Conde Azul, Espectacular y Leyenda de México. También produce para otras empresas, como La Gritona, Sino Tequila y La Quiere.
“Ser una mujer en esta industria es mucho trabajo”, dijo Barajas Cárdenas. “Es un ámbito de puros hombres. Cuando empecé, la gente me decía: ‘¿Una mujer en esta industria? No lo vas a lograr’. Esos comentarios no me detuvieron”.
Y no avanzó sola. Desde un inicio contrató principalmente a mujeres para su empresa, Vinos y Licores Azteca, que opera Raza Azteca.
“Cuando empecé la empresa, abrí vacantes que eran para hombres y mujeres”, dijo Barajas Cárdenas. “Pero aquí en los pueblos hay más mujeres que hombres, porque muchos se van a buscar oportunidades de trabajo en Estados Unidos”. Así que las mujeres llenaron todas las vacantes, incluyendo aquellas que tradicionalmente ocupan hombres.
“Desde las que se encuentran en los campos de agave, hasta las que lo cuecen y procesan la fermentación, todas son mujeres”, dijo. “Hay partes de trabajo verdaderamente pesado, como cortar el agave. La mayoría de los hombres lo puede hacer más rápido, pero no es algo que las mujeres no puedan hacer; solo se necesita un poco más de tiempo”.
Al crear su casa tequilera, Barajas Cárdenas incursionó en un mercado dominado por grandes empresas como Herradura, Patrón y Sauza.
“Son más grandes y te quieren comer”, dijo. Ella se propuso elaborar un producto que sobresaliera por mantenerse fiel a la herencia de la región. “Es tequila como el que bebían nuestros abuelos”, afirmó Barajas Cárdenas.
En lugar de máquinas industriales, su destilería usa hornos de adobe construidos con la tierra donde se planta el agave azul. Esto extiende el proceso de cocción de ocho a veinticuatro horas (con otras veinticuatro horas de reposo). Por lo general, el siguiente paso, la fermentación, se acelera con aditivos y dura de uno a dos días, pero Barajas Cárdenas permite que el añejado ocurra naturalmente, lo cual requiere casi una semana. Todos los componentes del envase, como las etiquetas, las tapas y las botellas, son hechos en México.
“Somos una destilería pequeña, no una marca grande de mercado. Tenemos que hacer las cosas de manera diferente”, aseveró Barajas Cárdenas.
Barajas Cárdenas comentó que el reto más difícil que ha enfrentado surgió cuando abrió la destilería. Todavía no contaba con campos de agave propios y quería usar plantas que tuvieran entre ocho y diez años de edad y que se hubieran cultivado en tierras altas (algunos expertos argumentan que el terruño es tan importante para el tequila como lo es para el vino).
“Tenía que madrugar y manejar de un campo de agave a otro, en busca del agave que quería”, recordó Barajas Cárdenas. En ese entonces, lograba producir 300 litros al mes. Ahora, su destilería elabora esa cantidad diariamente.
En los casi veinte años que ha producido este licor, la cantidad de tequila 100 por ciento de agave que produce Jalisco se ha más que duplicado, pero la proporción de hombres y mujeres en la industria no ha cambiado mucho.
No obstante, Barajas Cárdenas no pierde la esperanza. “Les digo a las mujeres que podemos hacer todo lo que queramos. No somos ni mejores ni peores que los hombres”, dijo. “Es difícil, pero definitivamente podemos hacer lo que queramos. El cielo es el límite”.