TEHERÁN. El martes es el día elegido por Piruz Hanachi, alcalde de Teherán, para ir a trabajar en bicicleta e intentar así convencer a sus vecinos de las virtudes de este medio de transporte.

Pero el desafío que tiene por delante es importante porque, más allá de sus kilométricos atascos y la contaminación crónica del aire, la megalópolis de ocho millones de habitantes se recuesta sobre laderas montañosas y acumula más de 800 metros de desnivel, lo que desanima a muchos a subirse a una bicicleta.

Y aquellos que se arriesgan dentro del caos de Teherán son vistos como unos “intrusos”, confiesa a la AFP, Farchad Rezayi, un jefe de cocina de 32 años que se desplaza a diario en bicicleta.ADVERTISING

A pesar de ello Hanachi, elegido en 2018, lanzó nada más llegar a la alcaldía la campaña “martes sin coche” y apoya activamente la iniciativa local “Bdood” (“sin humos”, en persa), que desarrolló un sistema de bicicletas en autoservicio.

“No decimos que (la bicicleta) sea la solución, pero a corto plazo funciona, es sencilla de instalar, barata y da resultados”, una opción más para reducir un poco la contaminación del aire y el tráfico masivo, explicó Hanachi a la AFP.

“No podemos compararnos con las ciudades europeas”, y con las características de Teherán: “No será como en Ámsterdam, pero es una experiencia nueva”, confía el alcalde. “Estamos aumentando las ciclovías para que sea más fácil circular”.

Un ciudadano de Teherán camina junto a su bicicleta en las cercanías de las montañas Alborz / Foto: AFP

CICLOVÍAS CONFISCADAS

Bdood lanzó sus bicicletas naranjas en autoservicio hace tres años y afirma haber instalado 147 estaciones en la capital.

Para Hanachi, lo ideal sería que los habitantes de Teherán pudieran ir en bicicleta hasta una estación de metro y, de ahí, desplazarse a su trabajo.

Pero los obstáculos son varios: por un lado, el metro todavía deja muchas zonas sin servicio y, para los adeptos a pedalear apenas hay ciclovías.

“Necesitamos muchas más infraestructuras para que realmente se use en el día a día”, dijo a la AFP el chef Rezayi.

Este treintañero afirma recorrer más de 30 kilómetros al día para ir y volver del trabajo a su domicilio, y lamenta que las ciclovías, muchas veces están “confiscadas” por las motos que pululan por Teherán, sin hablar de los automovilistas y transeúntes.

“En ocasiones son los conductores los que te acosan, o algunos peatones que son desagradables. Puede ir desde el comentario despectivo hasta la agresión física, son cosas que te pueden costar la vida”, cuenta Rezayi.

Cofundador de Bdood, Gholamhossein Qassemi sueña con un Irán de “medios de transporte limpios”: bicicletas, scooters y coches eléctricos.

Pero esto no ocurrirá de la noche a la mañana, y Bdood se está implantando despacio en la megalópolis.

“INCREPADAS O SILBADAS”

El sistema de Bdood funciona mediante una aplicación de celular que permite tomar y dejar una bicicleta en las estaciones solo con escanear el código QR. Media hora de uso cuesta cerca de 10 centavos de euro (el equivalente de un trayecto similar en un taxi colectivo). “Uso el servicio (desde hace un año y medio) y estoy muy satisfecho”, dice Sarfaraz, un treintañero que está a punto de tomar una bicicleta de la estación de Bdood de la plaza Valiadr, en el centro de la capital.

Mientras limpia el manillar con un trapo impregnado de una solución alcohólica, este representante comercial afirma preferir moverse en bicicleta que tener que tomar un taxi, sobre todo con la pandemia de Covid-19 que tan fuerte golpeó a Irán, pero sólo para trayectos cortos.

La popularización de este sistema animó a Nastaran Jabarnia, una mujer creadora de dibujos animados, a reparar su vieja bicicleta y usarla, a pesar de que ver a una mujer pedaleando en Irán todavía es infrecuente.

“Te increpan, te silban o te siguen conductores que luego te adelantan a toda velocidad”, afirma esta joven de 29 años.

Además, para los mulás (el clero chiíta en Irán, NDLR) más radicales y para una parte de la población, que una mujer vaya en bicicleta es “indecente”.