Cuando pensamos en aliviar el calor, congelar un alimento o refrigerar un producto no reparamos en el tremendo gasto energético y financiero que conlleva bajar la temperatura.

Sin embargo, mantenernos frescos representa un sacrificio para nosotros y el planeta.

La humanidad enfrenta un incremento en el consumo de energía para abastecer los requerimientos de enfriamiento, el cual ha dejado de ser un lujo para convertirse en una prioridad para la salud, la productividad e, incluso, la sobrevivencia. Todo esto implica un alto costo para la sustentabilidad. Según un informe publicado en 2018 por la Agencia Internacional de la Energía, la cantidad de aires acondicionados en el mundo se disparará de 1,600 millones de unidades a 5,600 millones para mediados de siglo. Para 2050 los sistemas de aire acondicionado usarán la misma cantidad de electricidad que hoy necesita China para todas sus actividades productivas.

El informe menciona que las emisiones de gases de efecto invernadero que liberan las plantas de carbón y gas natural al momento de generar electricidad para el funcionamiento de esos aires acondicionados casi se duplicaría: de 1250 millones de toneladas en 2016 a 2280 millones de toneladas en 2050. Irónicamente, estas emisiones contribuirían a acelerar el calentamiento global, lo cual elevaría la demanda de enfriamiento aún más.

En la actualidad, 10 % de las emisiones totales de gases de efecto invernadero se derivan del enfriamiento, por lo que se requieren de manera urgente nuevas soluciones para abordar la huella climática de la demanda creciente del enfriamiento. Conforme aumenten los ingresos, se acelere el cambio climático y la urbanización, se espera que el valor anual del mercado global del sector del enfriamiento llegue a casi 170,000 millones de dólares.  

No podemos prescindir del enfriamiento. El aire acondicionado y la ventilación protegen a los niños, los ancianos y los enfermos durante las olas de calor. En el contexto de la crisis global provocada por la COVID-19, las ciudades pueden encontrar más dificultades para financiar inversiones de reducción de calor y enfriamiento sostenible que beneficien al público en general. Durante la pandemia, el enfriamiento ha ayudado a contener la propagación de virus transmitidos por el aire y proporcionado las condiciones necesarias para la entrega de vacunas para diversas enfermedades. La falta de enfriamiento actualmente estropea una de cada cuatro vacunas y contribuye al desperdicio de casi un tercio de todos los alimentos producidos a nivel global.

Frente a este escenario, la Corporación Financiera Internacional (IFC), miembro del Grupo Banco Mundial, y el Departamento de Negocios, Energía y Estrategia Industrial de Reino Unido (BEIS), lanzaron TechEmerge Cooling, un nuevo programa que convoca a innovadores de todo el mundo para que busquen implementar soluciones sostenibles de enfriamiento en América Latina, primordialmente en México y Colombia.

Ary Naïm, vocero del programa para Latinoamérica y gerente regional para Balcanes y Centroamérica de IFC, afirma que las tecnologías sostenibles de enfriamiento representan una oportunidad de negocio de rápido crecimiento con particular importancia en los mercados emergentes. “Esta tendencia es de particular relevancia para Latinoamérica. Se espera que en México y Colombia la demanda de enfriamiento se duplique en la próxima década debido a la urbanización, al crecimiento económico y el aumento de la temperatura”, concluye Naïm.

Las compañías seleccionadas serán invitadas a reunirse con los adoptantes de TechEmerge en México y Colombia para discutir el manejo y la comercialización de sus innovaciones en estos mercados. Los proyectos piloto también recibirán subvenciones de una contribución total de hasta 1.5 millones de dólares.

El programa TechEmerge ha sido exitoso en India, donde los innovadores se unieron a proveedores locales de servicios de salud para poner en marcha proyectos piloto que alcanzaron más de 18,000 pacientes y generaron contratos que beneficiaron a más de 300,000 personas cada año. 

Las tecnologías del enfriamiento, queda claro, son ineficientes y onerosas, por lo que representan casi el 15 por ciento del consumo de energía alrededor del mundo. Es imperativo innovar y pensar en mejores maneras para mantenernos frescos sin perder al planeta.