El 29 de septiembre de 1943, un rabino danés interrumpió el servicio matinal en la sinagoga de Krystalgade en Copenhague y dijo: “No tenemos tiempo para continuar con las oraciones”.
“Tenemos noticias de que este viernes por la noche, la noche entre el 1 y el 2 de octubre, la Gestapo vendrá y arrestará a todos los judíos daneses. Tienen una lista de direcciones y vendrán a la casa de cada judío y nos llevarán a todos a dos grandes barcos que esperan en el puerto de Copenhague y a los campamentos en el continente”, advirtió Marcus Melchior.
“Hay dos cosas que deben hacer”, dijo además el rabino.
“Número uno, mantenerse alejados de sus hogares el viernes por la noche. No sabemos lo que sucederá después, pero el viernes por la noche no estén en sus casas”.
“Número dos, transmitan esta noticia a todos sus amigos, familiares, a quien puedan, para que también sepan que deben irse de la casa para el viernes”.
Y los días que siguieron marcaron una de las historias de resistencia más notables de la Segunda Guerra Mundial.
Bajo las órdenes de Hitler, los judíos de Dinamarca debían ser deportados el 1 de octubre de 1943.
Pero en el transcurso de unas pocas semanas, una red subterránea que contó con la ayuda de la población no judía del país logró que casi 8.000 personas fueran trasladas en pequeñas embarcaciones hasta la neutral Suecia, donde estaban fuera de peligro.
“Hicimos lo que hicimos”
La fotógrafa Judy Glickman Lauder ha contado esa historia a través de una serie de retratos que muestran a los sobrevivientes judíos y a sus rescatistas.
Su libro, “Más allá de las sombras: El Holocausto y la excepción danesa” (publicado por Aperture), conmemora el 75 aniversario de ese rescate.
Durante los últimos 30 años Glickman Lauder también ha fotografiado los sitios de los campos de exterminio nazis, como la famosa Auschwitz.
Yalgunas de esas imágenes aparecen en “Más allá de las sombras”, pero el libro también ofrece algo redentor y esperanzador.
“El estudioso del Holocausto Raul Hilberg observó que la vida bajo el régimen nazi redujo a todos a una de tres categorías: perpetrador, víctima o espectador”, escribe Glickman Lauder en su libro.
“Pero hubo excepciones a la regla de Hilberg: excepciones pequeñas pero importantes de personas y comunidades que no fueron ni perpetradores ni víctimas, y que se negaron a ser espectadores“, afirma.
“Tuve la oportunidad de conocer, entrevistar y fotografiar a líderes de la Resistencia Danesa, a rescatistas y a sobrevivientes judíos. Estas personas extraordinarias compartieron sus experiencias individuales y me llevaron a los sitios donde se habían desarrollado los eventos de 1943”, relata la fotógrafa.
“Muchos no podían entender por qué quería hacer sus retratos. ‘Hicimos lo que hicimos’, me dijeron, como si fuera algo obvio. Perola realidad es que pocos otros lo hicieron”, cuenta.
Y en un ensayo que acompaña a las fotografías, Judith Goldstein argumenta que junto a una historia de violencia “hay otra historia igualmente importante que está siendo explorada: la de la resistencia, la resiliencia y la protección de las minorías asediadas por parte de individuos valientes, comunidades y, en muy pocos casos, de naciones mismas”.
Movimiento de base
“En la noche del 1 y 2 de octubre se llevó a cabo la redada alemana”, recuerda Bent, el hijo de Melchior, en “Más allá de las sombras”.
“De los aproximadamente 8.000 judíos que había en Dinamarca, los alemanes encontraron solo a unos 200 en sus hogares. Algunos de ellos habían oído la noticia pero se negaron a creerla. A otros no llegamos a avisarles”, cuenta.
“Todos los demás estaban dispersos entre casas privadas, hospitales o donde podían esconderse”, continúa el hijo del rabino.
“Nadie estaba preparado para esto, nada se había organizado de antemano, y fue realmente un movimiento de base de personas que tomaron el asunto en sus propias manos y se encargaron de mantenernos alejados de los alemanes”, destaca.
“Fuimos a la estación de Pårup [la última parada antes de Gilleleje] para buscar a las personas -que llenaban por completo el tren- y distribuirlas entre las grandes granjas”, cuenta Jens Møller en el libro.
“Pero eran tantos que no había suficiente espacio. Llevamos a una pareja de ancianos y a una pareja joven que tenían bebés gemelos a nuestra casa, y a algunos a la del carpintero”, recuerda.
“Los vecinos trajeron pan y mantequilla. Se quedaron durante tres días”, continúa Møller.
“Y yo iba y venía al puerto para ver cuándo habría espacio para que ellos cruzaran”.
Como resalta Glinkman Lauder, “Dinamarca fueel único país de Europa occidentalocupado por la Alemania nazi que pudo salvar a su población judía”.
“Mientras que el mal y el miedo se apoderaron de la mayor parte de Europa, el pueblo danés conservó su humanidad y rescató a los que corrían un gran peligro”, dice.
Herbert Pundik tenía 16 años cuando su familia huyó a Suecia.
“Dos incidentes sobresalen de los recuerdos caóticos de aquellos días que pasamos con miedo y angustia tratando de encontrar una ruta de escape a Suecia”, relata.
“Uno se relaciona con mi padre: estábamos corriendo por un bosque oscuro. Mi padre tropezó y cayó al suelo”.
“Y la caída de mi padre, que hasta entonces había sido la figura protectora y cabeza de familia, de pronto evidenció nuestra vulnerabilidad, miedo y pérdida de control. Solo en ese momento, en el bosque oscuro, me di cuenta de lo peligrosa que era nuestra situación”.
“El segundo incidente: estábamos a bordo del barco de pescadores dejando la costa de Dinamarca, en camino a través del estrecho hostil hacia la seguridad en Suecia”, continúa Pundik.
“Me di vuelta para echar un vistazo a Dinamarca. A la luz de la madrugada vi a la esposa del pescador y al hombre y la mujer que nos habían ofrecido protección mientras esperábamos para escapar, arrodillados en la arena, con las manos juntas y elevadas hacia el cielo, en una oración silenciosa“.
Símbolo de esperanza
Los retratos de Glickman Lauder nos recuerdan un momento en el que la gente común se puso en riesgo para ayudar a los demás.
“Aunque la historia danesa es pequeña en términos de números -ya que los afectados fueron una pequeña fracción de todos los perseguidos por los nazis-, tiene una dimensión enorme”, afirma.
“Es la historia de una población que demostró que era posible hacer algo y que se negó a ver a una minoría como ‘los otros'”, sostiene la fotógrafa.
Glickman Lauder destaca además que eso “ocurrió en todos los niveles de la sociedad danesa: desde los pescadores que llevaron a los judíos hasta la seguridad en Suecia al abrigo de la oscuridad, hasta el reyChristian X, quien visitó la sinagoga Krystalgade de Copenhague en un acto de solidaridad y se negó a ser cómplice de la persecución nazi de los judíos”, destaca.
En esos tiempos, uno subía a la cima de la humanidad simplemente permaneciendo humano”, escribió alguna vez el fallecido Premio Nobel y sobreviviente del Holocausto, Elie Wiesel.
Y para Glickman Lauder, ese es el verdadero poder de estas imágenes. “Para mí el pueblo danés simbolizó la esperanza, una fuerza bondadosa en un mundo enloquecido”.