Ciudades sin ciudadanos…ENSAYO

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Cuando los Giants ganan la World Series, la calle Market de San Francisco se llena de forofos provenientes de Silicon Valley. Llegan en coche porque necesitan compartir ese momento con la muchedumbre aunque vivan en cualquiera de las poblaciones de la Bahía donde hoy se encuentran Apple, Google o Facebook.

Esas peregrinaciones ocasionales llevan a Deyan Sudjic a preguntarse por el modelo de ciudad que están creando empresas que, más que urbanizar un territorio, suben el precio del terreno donde se asientan. Sudjic advierte de que si cualquier cosa puede definirse como ciudad (recuerden: la Ciudad Financiera del BBVA, la del Santander, la de las Artes…), esta corre el riesgo de no significar nada.

Moldeadas tradicionalmente por la estrategia militar, los ríos o la industria, hoy es la economía la que dibuja las ciudades anteponiendo el beneficio económico —como fondo de inversión o destino turístico— a cualquier otro objetivo.

El director del Museo del Diseño de Londres, autor de La arquitectura del poder(Ariel) y El lenguaje de las cosas (Turner), traza aquí un recorrido en el que evidencia que hoy hay tantos tipos de “no ciudad” como de ciudad. En las últimas décadas, las urbes han dejado de ser creaciones del mundo rico para convertirse en megalópolis del mundo en desarrollo. Lagos crece a un ritmo de 1.000 nuevos habitantes por día.

Según Rem Koolhaas, no es “un lugar atrasado, sino un anuncio de futuro”. Si ya Engels comprobó que el centro de Mánchester se vaciaba por la noche debido a la segregación entre ricos y pobres, hoy las capitales más emblemáticas se vacían por el mismo motivo, pero ahora las vacían “los emiratíes que ya han pagado sus nuevos hogares en Londres y Nueva York y están preparados para el día en que sus propias ciudades se vuelvan inhabitables”.

Ahora que los turistas usan las ciudades y los ciudadanos las mantienen, vivir en una ciudad no te convierte en ciudadano. En Dubái, sólo el 15% de los residentes lo son. Para Sudjic, la medida del éxito de una urbe la da su capacidad de mantener su esencia y a la vez de mantener sus opciones abiertas, “las que dependen de una democracia que supone algo más que votar”.

El lenguaje de las ciudades. Deyan Sudjic. Traducción de Ana Herrera. Ariel, 2017. 266 páginas. 19,90 euros.