España es una de las potencias clave en la investigación y desarrollo de este nuevo campo de la medicina que exige a los profesionales sanitarios el adquirir nuevos conocimientos y metodologías.

1985 Eric Mühe realiza la primera colecistectomía laparoscópica, un procedimiento revolucionario para la extracción de la vesícula biliar. Antes de esa fecha clave, la operación exigía una incisión en el abdomen de 13 a 18 centímetros, con las obvias consecuencias de dolor en el postoperatorio. Con esta nueva técnica, la vulneración del cuerpo se reducía a cuatro incisiones mínimas en el abdomen. Años antes, dos médicos españoles, José Luis Delcán y Manuel Maynar viajaban a Alemania para aprender de Andreas Grüntzig, cardiólogo revolucionario que inventó la angioplastia, la técnica para restablecer el flujo sanguíneo arterial mediante un balón que expande el canal obstruido.

Estos pioneros han establecido el marco de la cirugía mínimamente invasiva. Hoy, las áreas a las que se aplica de la salud son múltiples: cirugía torácica, pediátrica, ginecología, urología, traumatología, plástica, ortopédica, cardíaca y vascular… Múltiples son también los métodos tecnológicos que amplían la efectividad de estos procedimientos, desde la ayuda con robots a las nuevas técnicas de visualización como la realidad virtual. El mayor reto, para Manuel Maynar (Zaragoza, 1948) —jefe de la unidad de cirugía mínimamente invasiva del Grupo Hospiten y profesor de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria— es cambiar la mentalidad de la academia y los médicos: “El médico no está solo. El endiosamiento que le ha dado la sociedad no se corresponde con el trabajo en equipo que hay que hacer hoy en día. La tecnología solo nos hace mejores”.

  • 50.000MILLONES DE EUROS será el tamaño del mercado para este tipo de intervenciones en 2017.
  • 50%se reduce la POSIBILIDAD DE INFECCIONES con respecto a una operación convencional.
  • ES EL FACTOR por el que se reduce el postoperatorio del paciente.

UNA EXPLOSIÓN TECNOLÓGICA QUE MEJORA LA MEDICINA

No es un solo paradigma tecnológico. Lo son todos a la vez. La cirugía mínimamente invasiva es uno de los campos en los que más se manifiesta el impulso que está cogiendo la tecnología en salud. El antes, el durante y el después del paso por el quirófano con estos procedimientos exprime las últimas tendencias en ingeniería robótica, técnicas de visualización o manejo de grandes volúmenes de información (big data).

Hay dos grandes tipos de cirugías mínimamente invasivas, según los define la Asociación de Medicina de la Universidad y el Hospital John Hopkins: las realizadas por el hombre y las realizadas por robots. En el primer caso, hablamos de endoscopias, es decir, de la introducción de un tubo flexible con una cámara acoplada en el cuerpo a través de una mínima incisión. El cirujano contempla mediante un software de visualización 3D el interior del cuerpo que está operando. En el segundo caso, se ayuda de brazos robóticos con mayores capacidades de giro y precisión que las manos humanas para realizar la intervención.

No hay que tener miedo a que el robot nos quite el trabajo. Lo que nos permite es ser mejores cirujanos. Los datos tecnológicos siempre van a tener que interpretarse desde el conocimiento del médico. Pero hay una evidencia: yo, como mucho, puedo girar mi muñeca 1800, el robot me permite girarla 3600”, afirma Maynar. Entre las últimas innovaciones de este tipo de asistentes automatizados está la posibilidad de ajustar la mesa de operación automáticamente. “En el pasado, si cambiabas de posición al paciente tenías que desconectarlo todo, colocar al paciente y reconectarlo todo. Si lo movías tres veces, perdías 20 minutos en cada ocasión, ahora es pulsar un interruptor. Te salva una hora. El tiempo es dinero en la sala de operaciones. Es un tremendo salto adelante”, explica Ranjodh Singh, médico especialista en este tipo de intervenciones del Decatur Memorial Hospital en una entrevista al Herald & Review.

El cómo ve el cirujano la intervención que realiza mediante tecnología está experimentando también un enorme cambio. La unidad cardiológica del Hospital Infantil Schneider en Israel sorprendió al mundo con su aplicación de los hologramas durante una operación de cirugía mínimamente invasiva. La manipulación interactiva de un escaneado del corazón operado abre un nuevo mundo en la visualización en quirófano. “Nuestra idea es combinar los beneficios de la operación a corazón abierto, donde el cirujano puede ver alrededor del corazón, con las técnicas mínimamente invasivas. Es lo mejor de ambos mundos”, afirma Steve Klink, director de comunicación de Philips.

Antes incluso de entrar al quirófano, el cirujano puede aprovechar tecnologías como la realidad virtual para mejorar en sus habilidades. “Para mí lo normal es que, como un piloto de avión, un cirujano haga equis horas de simulación antes de entrar en un quirófano real”, explica Yeray Cabrera Domínguez (Puerto del Rosario, 1985), técnico de la Fundación Canaria Ágora. Cabrera trabaja con el cirujano Manuel Maynar en decenas de proyectos, entre ellos el perfeccionamiento de sistemas de simulación en realidad virtual para que los cirujanos en formación adquieran esas “horas de pilotaje” antes de enfrentarse a un paciente real. A través de la app Anatomyu permite conocer en realidad virtual las peculiaridades de las principales intervenciones de cirugía mínimamente invasiva: colonoscopia, gastroscopia, broncoscopia y angioplastia.

Independientemente de la tecnología empleada, los resultados avalan que la cirugía mínimamente invasiva mejora radicalmente todos los aspectos logísticos y sanitarios de una operación. El informe El futuro de la Cirugía Mínimamente Invasiva— realizado por la Fundación Opti, el Observatorio de Prospectiva Tecnológica Industrial y la Federación Española de Empresas de Tecnologías Sanitarias (FENIN)— enumera los beneficios de estas intervenciones: disminución de costes por internación, disminución de infecciones intrahospitalarias, disminución de listas de espera. Es decir, tanto en la gestión como en la salud del paciente, se gana. “Por eso yo insisto en que hay que hablar de i+d+i+E. Una ‘E’ bien grande de ‘Educar’, tanto al paciente como al médico de los beneficios que tienen realizar estas intervenciones y aprovechar las posibilidades que nos da la tecnología para ser mejores”, subraya Maynar.