Ambos países se encuentran unidos por una fuerte presión estadounidense. En el caso ruso, por la amenaza de nuevas sanciones. En el chino, por lo que ya se ha convertido en una guerra comercial. En su estrategia de seguridad nacional de 2017, Washington describe a los dos como deseosos de “formar un mundo opuesto a los valores e intereses de Estados Unidos”.
Si la tendencia a aproximarse de ambas potencias del antiguo bloque comunista ya se había acelerado desde la llegada al poder de Xi hace seis años, ahora han intensificado sus señales de colaboración.
“Junto con nuestros colegas rusos, aumentaremos nuestra fructífera cooperación en cuestiones internacionales e intensificaremos la coordinación”, declaró Xi tras una reunión con Putin, “para hacer frente al proteccionismo”. El presidente chino no mencionó a Estados Unidos por su nombre. Pero no le hacía falta. Estaba claro a quién se dirigía.
Los dos jefes de Estado presenciaron juntos este martes el comienzo de las maniobras Vostok-2018, que Rusia ha descrito como las mayores de este país ─incluida la etapa soviética─ y en las que intervienen más de 300.000 soldados. China acude como país invitado, en la mayor participación en estos ejercicios militares de su historia: aporta 3.200 militares, tanques, equipos de artillería, aviones y helicópteros.
Además de presenciar los juegos de guerra, Xi y Putin participan esta semana en el Foro Económico Oriental de Vladivostok. “Vemos actos unilaterales y medidas económicas hostiles, pero Rusia y China son socios y buenos vecinos. Mantenemos una cooperación sólida, un interés histórico notable en mantener y fortalecer nuestros respectivos países. Entramos en una nueva era de cooperación, y juntos podremos hacer frente a los desafíos y riesgos con los que nos encontramos”, sostuvo el jefe de Estado chino, que ha acudido a la ciudad siberiana al frente de una delegación que incluye cerca de un millar de empresarios.
Durante su reunión, los dos líderes abordaron la cooperación militar, el intercambio económico y el mayor uso de sus respectivas divisas en el comercio bilateral, en menoscabo del dólar. Algunas de las sanciones estadounidenses impiden que ciertos grupos rusos utilicen esa divisa, y senadores de ese país amenazan con extender la medida a otras áreas de la economía rusa.
China y Rusia aspiran a que este año el comercio entre ambos llegue a los 100.000 millones de dólares, según apuntó esperanzado Putin. En el primer semestre, ya sumaba la mitad de esa cantidad. El año pasado, la relación bilateral sumó 87.000 millones de dólares.
“La parte rusa y la china han confirmado su interés en usar de modo más activo las divisas respectivas en los intercambios bilaterales. Eso aumentará la estabilidad de los servicios bancarios en las exportaciones e importaciones, ante las actuales condiciones de riesgo en los mercados globales”, agregó el presidente ruso.
Los dos países firmaron una serie de acuerdos empresariales de colaboración económica en los márgenes de la reunión, en áreas como las finanzas o el comercio electrónico.
“Estoy dispuesto a profundizar nuestro intercambio de puntos de vista y nuestra amplia coordinación, tanto ahora como en el futuro”, había dicho Xi al iniciar la reunión.
Desde que Trump llegó a la Casa Blanca en enero del año pasado, Xi ha buscado presentarse como adalid contra el proteccionismo. Con mayor o menor éxito, China ha propuesto también a otros socios ─incluida la Unión Europea─ aumentar sus alianzas comerciales y estratégicas para responder a una guerra comercial que percibe, cada vez más, como la punta de lanza de una estrategia de Washington para poner coto a su creciente influencia global.