“Es la única botella que existe. Me tiemblan las manos al sostenerla”, dice el profesor Jim Smith levantando cuidadosamente un vodka Atomik.
Hecho con centeno y agua de la zona de exclusión de Chernóbil, es el primer producto de consumo que nace del área abandonada en los alrededores de la planta nuclear.
Un equipo de científicos comenzó a trabajar en el proyecto de crear un vodka cultivando el cereal en una granja cercana.
“Nuestra idea entonces era usar los granos de centeno para crear una bebida alcohólica”, explica Smith.
Además de Smith, quien trabaja en la Universidad de Portsmouth, del sureste de Londres, el equipo detrás de la fabricación de la bebida está compuesto por investigadores que llevan años trabajando en la zona de exclusión, estudiando cómo la tierra se fue recuperando desde el catastrófico accidente en1986.
Esperan usar las ganancias de las ventas para ayudar a comunidades en Ucrania que todavía siguen afectadas por el impacto del desastre.
¿Una bebida radioactiva?
“No es más radioactivo que cualquier otro vodka”, dice Smith.
“Cualquier químico te diría que cuando destilas algo las impurezas se quedan en el producto que se desecha“.
“Así que nosotros usamos granos centeno ligeramente contaminados y agua del acuífero de Chernóbil… y los destilamos”.
“Les pedimos a nuestros amigos de la Universidad de Southampton, en el sur de Inglaterra, que tienen un laboratorio radioanalítico impresionante, que comprobaran si tenía algún rastro de radioactividad”.
“No pudieron encontrar nada: todo estaba bajo su límite de radiación“.
Gennady Laptev es un científico que trabaja en el Instituto Hidrometeorológico de Ucrania, en Kiev, y es también miembro fundador de la recientemente creadaChernobyl Spirit Company, la empresa encargada de fabricar el vodka.
Durante un viaje a la zona de exclusión en el que seguimos al equipo mientras hacían su investigación medioambiental y sus estudios sobre el centeno, me contó que los granos y la bebida alcohólica resultante demuestran que parte de esa tierra podría usarse de manera productiva.
“No tenemos que abandonar la tierra”, dice. “Podemos usarla de diversas formas y producir algo que esté totalmente limpio de radioactividad”.
¿Por qué los científicos decidieron hacer un vodka?
En parte, porque es un producto limpio y destilado que puede fabricarse a partir de granos contaminados.
Pero, según Smith, este proyecto pretende ir más allá de hacer alcohol con un discurso de venta único. Él espera que la venta del vodka pueda proporcionar apoyo a comunidades cercanas a la zona de exclusión.
De su trabajo en Chernóbil desde la década de 1990, Smith dice que le sorprende cómo “las condiciones económicas de la gente en Ucrania siguen siendo tremendamente difíciles“, aunque el paisaje se haya recuperado levemente.
“Hay puntos calientes de radiación [en la zona de exclusión], pero en su mayor parte la contaminación es menor que la que puedas encontrar en otras partes del mundo con una radiación de fondo relativamente alta”, explica.
“El problema para la mayoría de la gente allí es que no tienen una dieta adecuada, buenos servicios médicos, trabajos o ingresos”.
El objetivo de vender vodka artesanal de Chernóbil y generar beneficios, dice, distribuir la mayor parte del dinero a las comunidades locales. El resto será reinvertido en el negocio, aunque Smith espera proporcionar a su equipo ingresos para trabajar en su “empresa de espíritu social” a tiempo parcial.
“Porque ahora”, añade el profesor, “después de 30 años, creo que lo más importante en la zona es el desarrollo económico, no la radioactividad“.
¿Qué sabor tiene?
Con ayuda de un equipo de expertos en una coctelería en Londres, comparé el sabor de Atomik con el de un vodka “de la casa”.
“Es más un alcohol de grano que un vodka, así que tiene muchas más notas afrutadas, pues todavía puedes saborear el centeno”, dice Sam Armeye, del Swift, un bar del soho londinense.
¿Qué cóctel haría Sam con el vodka de Chernóbil? “Sin duda, un martini clásico, pero también lo mezclaría con champaña”, responde.
Con solo una botella producida hasta el momento, se necesitará tiempo para que haya más martinis de Atomik a la venta.
Pero el profesor Smith y su equipo esperan producir 500 botellas este año y vendérselas a los cada vez más numerosos grupos de turistas que visitan la zona de exclusión.