NUEVA DELHI. Las colas interminables para llenar recipientes con agua procedente de camiones cisterna se han convertido en parte del paisaje de la ciudad de Chennai, en el sur de la India, en crisis desde hace semanas por la escasez del líquido elemento.
La situación amenaza con repetirse en otras grandes metrópolis indias, como Nueva Delhi, en plena ola de calor, y, según un informe oficial, es sólo una muestra de la grave escasez de agua que afectará a cientos de millones de personas en la India en poco más de diez años.
“Chennai está sufriendo una sequía severa porque no estamos recibiendo agua por el sistema municipal, es prácticamente cero”, lamentó desde esa ciudad Sekhar Raghavan, el director de la ONG protectora de los recursos hídricos Rain Centre.
Raghavan explicó que las principales reservas de agua están prácticamente secas y los transportistas privados del preciado líquido han aprovechado la demanda para duplicar el precio, y eso a pesar de que su servicio es poco fiable.
“Algunos tardan días en repartir la carga. Los acuíferos están lejos de la ciudad y se están secando, cada vez hay que perforar más profundo”, señaló el activista.
La última vez que llovió en la ciudad fue en diciembre, durante el monzón, y ahora la única fuente fiable de agua procede de las plantas desalinizadoras que aportan unos 200 millones de litros diarios del líquido elemento, según su relato.
No es que los habitantes de Chennai tengan muchas alternativas a las largas esperas frente a los tanques de agua, con temperaturas que superan con facilidad los 40 grados, para recaudar unos cuantos litros con los que pasar el día y cubrir las necesidades mínimas.
La crisis llega a tales niveles que escuelas, oficinas, hoteles y restaurantes ya no pueden funcionar con normalidad.
R.Srinivasan, el secretario de la Asociación de Hoteles de Tamil Nadu, donde se encuentra Chennai, dijo que los negocios de la ciudad se están enfrentado a “dificultades muy serias” para seguir abiertos y algunos han llegado incluso a reducir sus servicios.
Un futuro poco esperanzador se perfila sobre el horizonte. Por la mañana los niños discuten por tener derecho a lavarse y desde el alba se ven largas filas de gente pobre delante de las bombas que distribuyen agua gratis.
Los ánimos están caldeados. Suelen estallar discusiones, algunas violentas. En otra ciudad de Tamil Nadu, una familia dio una paliza mortal a un activista que la acusaba de recoger demasiada agua.
Mientras los maridos trabajan, las mujeres se pasan casi seis horas por día guardando fila, tres por la mañana y tres por la noche. “Encontrar agua y transportarla hasta casa es un trabajo a tiempo completo”, explica NagammalMani.
Chennai obtiene el agua de cuatro grandes lagos cercanos, convertidos en desiertos agrietados en los que se pudren los cadáveres de peces.
Lejos de ser un problema puntual provocado por la falta de lluvias o la mala gestión de los recursos públicos, la crisis del agua afecta a grandes ciudades y al medio rural y la sequía que azota al país sólo ha empeorado las cosas.
La India se enfrenta a una crisis severa en la que casi la mitad de la población, 600 millones de personas, consiguen a duras penas satisfacer sus necesidades de agua diarias y 200 mil personas mueren cada año por falta de agua potable, según un informe de 2018 de centro investigador NITI Aayog, del gobierno indio.
“En 2030 se espera que la demanda de agua del país sea el doble de la oferta, lo que supone una grave escasez para cientos de millones de personas y una pérdida de casi un 6% del producto interior bruto del país”, se señala en el informe.
Según NITI Aayog, los acuíferos del país, que aportan un 40% del suministro hídrico, están siendo sobreexplotados “a un ritmo insostenible” y las sequías son cada vez más frecuentes.
Se espera que 21 grandes ciudades indias se queden sin agua subterránea en tan sólo un año, afectando a 100 millones de personas, de acuerdo con el informe.
“Si el agua no llega, la gente llorará lágrimas de sangre”, teme un ama de casa, Parvathy Ramesh.