“Me dijo que había una lista negra y que había gente dispuesta a aportar financiamiento para que se ejecutara”.
– ¿Y qué dijiste?
– “Acepté, por supuesto… Si rehúsas un pedido como éste es probable que acabes muerto”.
Con una sonrisa muy amplia que sobresale de su barba rubia, Oleksiy Tsymbaliuk, aspirante a asesino, se sienta a mi lado dentro del auto.
Este antiguo sacerdote ortodoxo es el inicio de la extraordinaria historia de cómo se tuvo que fingir un asesinato para ponerle freno a un asesino y dejar al descubierto la implicación de Rusia en la eliminación de sus opositores políticos, según el servicio de seguridad ucraniano.
A finales de mayo de 2018, el mundo se estremeció ante la noticia de que el periodista ruso Arkady Babchenko había sido asesinado.
Babchenko criticaba abiertamente al presidente ruso, Vladimir Putin, así que no fue una gran sorpresa que su cuerpo fuera encontrado bocabajo sobre un charco de sangre en Kiev, la capital de Ucrania.
Como hacía poco que el exespía ruso Sergei Skripal y su hija Yulia habían sido atacados con un agente nervioso en Inglaterra, la muerte del periodista fue percibida rápidamente como un caso de agresión rusa.
Pero las cosas no eran como parecían.
Después de 20 horas de haber “fallecido”, Babchenko apareció en una conferencia de prensa cansado y arrepentido. Y lleno de vida.
Los servicios de seguridad ucranianos, el SBU, habían escenificado su muerte como parte de un polémico intento de exponer el rol que, según estas fuerzas, juega el gobierno ruso en estos asesinatos.
A continuación explicamos los pormenores de ese montaje.
Oleksiy Tsymbaliuk tiene en su cuenta de Facebook fotos con las túnicas doradas con las que se vestía cuando era un sacerdote ortodoxo. Pero también otras con los atuendos militares y las armas que portaba cuando era voluntario en grupos de derecha en el este de una Ucrania golpeada por la guerra.
Desde hace cuatro años, el país es escenario de enfrentamientos entre rebeldes apoyados por Rusia y una combinación de voluntarios y militares.
A principios de abril de 2018, un fabricante de armas llamado Borys Herman retomó el contacto con Tsymbaliuk, a quien había conocido en el este de Ucrania.
“Herman me pidió que matara a algunas personas, la mayoría de ellos, rusos”.Me dijo que estaban trabajando en contra de Ucrania, que eran nuestros enemigos, que debían ser liquidados y que había gente que había destinado una partida de dinero para hacerlo”.
“Por supuesto que acepté”, admite, con una pequeña risa.
Tsymbaliuk cree que Borys Herman lo eligió a él porque pensaba que sería fácil de manipular.
Sin embargo, Tsymbaliuk acudió de inmediato al SBU.
Vasyl Hrytsak, el director de esta institución, explicó a la BBC que los servicios de seguridad empezaron a trabajar con Tsymbaliuk y que ya estaban al tanto de las actividades de Herman, a quien consideraban un canal de financiación para las actividades prorrusas dentro de las fronteras ucranianas.
“Le dijimos [a Tsymbaliuk] cómo comportarse en una situación así y cómo actuar paraobtener más información sobre el crimen”.
El depósito
Tsymbaliuk comenzó a grabar todas sus interacciones con Herman.
“Puse el precio en US$30.000 y Borys Herman dijo que añadiría US$10.000 para pagar sus cervezas”, cuenta Tsymbaliuk con una sonrisa.
El primer pago se entregó en un carro a las afueras de un centro comercial. Guiado por los agentes del SBU, el exsacerdote grabó la reunión con una cámara oculta.
La SBU decidió entonces contactar a la que debía ser la primera víctima, Arkady Babchenko, y comenzar a planear cómo fingir el asesinato.
“Recibimos información de que había muchas unidades en Ucrania y que esta muerte era solo una prueba para cometer otros asesinatos“, afirma el responsable del SBU, Hrytsak.
“Sabíamos que existía una lista de gente que iba a ser aniquilada pero solo la podíamos conseguir escenificando este crimen”.
“Teníamos que saber más sobre quién estaba involucrado en la preparación y ejecución de este terrible crimen”.
El objetivo
El periodista ruso Arkady Babchenko había sido llamado a servir en el ejército ruso en los años 90. Luchó en Chechenia y luego ejerció de corresponsal de guerra en Georgia y, posteriormente, en Ucrania.
Al haber conocido de primera mano la implicación de Rusia en el este de Ucrania y cómo se anexó Crimea de manera ilegal, su cobertura y criticismo del gobierno de Vladimir Putin se agudizó aun más.
“Él [Putin] es un usurpador“, afirma Babchenko.
“Un pequeño dictador que vive completamente en su propio mundo. Quiere ser como Napoleón, uniendo a todos los territorios rusos”.
A inicios de 2017, las opiniones y mensajes en redes sociales de Babchenko le habían creado muchos enemigos. El periodista recibía amenazas de muerte.
Huyó de Rusia junto a su familia. Se mudó a República Checa, Israel y, posteriormente, a Ucrania.
Allí, otro exiliado ruso que era un viejo amigo suyo, Aider Muzhdabaev, le ofreció un empleo como presentador de un programa en el canal de televisión de Crimea ATR.
“Babchenko estaba pidiendo que se boicoteara el Mundial de fútbol”, cuenta Muzhdabaev en el estudio de televisión del canal.
“Quería que se impusieran más sanciones a Rusia y escribía que era imposible negociar con el Estado terrorista de Putin”.
“Atrapando a los reptiles”
Una noche de principios de mayo, tras haber recibido instrucciones de los agentes del SBU, Babchenko volvió a casa a reunirse con su esposa, Olga.
Ella abrió el refrigerador y le sirvió un trago fuerte.
“Antes de tomármelo, me giré hacia él y le dije ‘¿Qué pasó? Dímelo”, recuerda Olga en una casa segura que alquilamos para hacer allí la entrevista.
La mujer cuenta con delicadeza cómo su marido le explicó la amenaza que pesaba sobre él.
“Yo quería escapar, esconderme… Le pregunté: ‘¿Qué vamos a hacer?’ Arkady, sin dudarlo, me dijo que había tomado una decisión: ‘Vamos a atrapar a esos reptiles”.
Durante las siguientes semanas, Babchenko tuvo que mantener un perfil bajo mientras se preparaba el falso asesinato. En un momento incluso tuvo que fingir haberse herido la pierna para tener una excusa para no dejar su departamento.
Hasta que el 29 de mayo, se dio la señal para que empezara la operación especial.
El falso asesinato
Oleksiy Tsymbaliuk:
“En realidad todo fue simple, no hay nada especial que contar. Terminé mi sopa, pedí un taxi y fui a matar a Babchenko“.
Arkady Babchenko:
“Teníamos a un maquillador que me pintaba la cara como si hubiera perdido mucha sangre. Me embadurnaron los labios y luego me echaron sangre de cerdo en la boca”.
“Después, cuando fingí haber sido baleado, me caí de rodillas y tosí un poco para que la sangre salpicara. El maquillador puso un coágulo de sangre en mi nariz mientras decía: ‘Perdona, pero tenemos que hacer esto”.
“Dije: ‘Continúa, es tu trabajo. Este es tu trabajo y el mío es echarme aquí”.
Olga Babchenko:
“Mi papel era no interferir y concentrarme lo máximo posible en mí misma y en actuar de la forma correcta”.
“Pensaba en cómo debía comportarme para que se viera lo más natural posible”.
Oleksiy Tsymbaliuk:
“¿Qué vi cuando abrí la puerta? Vi a un hombre sobre un charco de sangre. Todo parecía muy real. Los maquilladores hicieron un gran trabajo”.
“Por un momento pensé: ‘Si esto fuera de verdad, sería horrible‘.Le deseé buena salud“.