Los pasajeros del tren de Amtrak con destino a Los Ángeles han vivido un viaje inolvidable. Lamentablemente, no en el buen sentido. El domingo por la tarde, con 183 viajeros a bordo, el ferrocarril chocó con un árbol que se había caído sobre las vías férreas en Oakridge, Oregón. Nadie resultó herido, pero el conductor comunicó que el golpe había causado algunos daños y que volverían a arrancar cuando estuvieran arreglados. Pasaron 36 horas hasta que el tren se puso en marcha otra vez, cuando los alimentos ya escaseaban. Una inesperada tormenta de nieve les impidió retomar la ruta que había arrancado en Seattle, a poco más de 500 kilómetros de donde estaban. El mismo clima adverso dejó sin electricidad a Oakridge, por lo que las familias, estudiantes, y resto de pasajeros, se vieron obligados a permanecer dentro de los vagones por un día y medio.
“Teníamos más de 30 centímetros de nieve acumulada a nuestro alrededor y numerosos árboles bloqueando en la vía, tomamos todas las decisiones en beneficio de la seguridad de los pasajeros”, explicaba a través de un comunicado difundido este martes Scot Naparstek, el vicepresidente ejecutivo y Director de Operaciones de Amtrak. Con vientos de 30 kilómetros por hora, los cortes de energía locales y las carreteras bloqueadas, la empresa decidió que el lugar más seguro era el tren, donde había alimentos, calefacción, electricidad y baños. Este martes por la mañana les informaron de que el desayuno era la última comida disponible, dijo Rebekah Dodson, una de las pasajeras, en una entrevista en CNN. Cerca del medio día el tren echó a andar.
A pesar de que el escenario cortazariano era digno de un caos, la situación no pasó a mayores. La desesperación comenzó a notarse el lunes por la noche. Dodson, que con cierta frecuencia iba relatando en su cuenta de Twitter la situación, publicó un vídeo: “Nos estamos quedando sin suministros (…) Por favor, envíe ayuda si es posible”. A la cadena de televisión KTVL News le dijo que los pasajeros estaban juntando toallas para fabricar pañales improvisados para bebés a bordo y preparaban tampones. Carly Bigby le dijo el lunes a KOIN 6 News que el carrito de refrigerios estaba vacío y que los niños estaban inquietos.