Campos de cultivo en edificios para alimentar a las ciudades

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Hans Hassle

Director General de Plantagon

Cuando se habla de agricultura urbana, las primera imágenes que aparecen son las de jóvenes con barbas (o rastas), bicicletas (algunas plegables) y perros (niños, pocos). Tomates, lechugas y cebollas plantados en solares entre edificios, patios comunales y azoteas.

Y también adjetivos como orgánico, saludable o, tirando de inglés, foodie. Pero si hablamos de alimentar a la población mundial, los huertos urbanos y las poses para Instagram se quedan pequeños.

Aunque las estimaciones respecto al crecimiento de habitantes en el planeta varían mucho dependiendo de las fuentes (la horquilla, según el estudio, va desde 7.400 a 9.900 millones de personas), en lo que coinciden es en el aumento porcentual de población urbana respecto al medio rural, pudiendo alcanzar para esa fecha, según Naciones Unidas, hasta un 66% del total.

Este incremento plantea retos muy serios respecto a vivienda, transporte, suministro de energía, infraestructuras y, por supuesto, la producción de alimentos.