El piloto del avión ruso que fue abatido el pasado sábado por los rebeldes de la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria, gritó “esto es por nuestros chicos” antes de hacerse estallar mediante una granada con el fin de evadir la captura por parte de los insurgentes, de acuerdo con las informaciones oficiales rusas. “El piloto murió heroicamente”, aseguró el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov.
El comandante Román Filipov saltó en paracaídas después de que su avión de combate Sukhoi 25SM fuera derribado por un misil antiaéreo, según las autoridades rusas, mientras volaba bajo sobre la región controlada por el Organismo de Liberación del Levante, la alianza de la exfilial de Al Qaeda, y otras facciones.
Después del impacto, el piloto de 33 años pudo mantener el avión en el aire pero finalmente se vio obligado a eyectar del aparato. Al aterrizar con el paracaídas, Filipov fue rodeado por los combatientes de la exfilial de Al Qaeda, quienes se han atribuido el derribo y contra quienes empezó a disparar antes de inmolarse mediante la explosión de una granada, tal y como se puede ver en las imágenes compartidas por la televisión Idlib+.
Fue el primer avión ruso derribado desde que Moscú intervino en la guerra en apoyo del régimen del presidente Bashar el Asad en 2015.
Los medios rusos calificaron a Filipov de héroe, La cadena de televisión Zvezda, que está bajo el control del Ministerio de Defensa de Rusia, afirmó que el piloto recibió póstumamente la medalla de Héroe de Rusia, también conocida como la Estrella de Oro. “El comandante Roman Filipov libró una batalla desigual con su arma de servicio hasta el último minuto de su vida”, dijo el Ministerio de Defensa ruso en un comunicado.
Los medios rusos informaron que fuerzas especiales sirias y posiblemente rusas están operando en el área donde fue asesinado para intentar recuperar su cuerpo, junto con fragmentos del proyectil que impactó contra el aparato, para tratar de determinar quién suministró el misil a los rebeldes.
Con el fin de evitar episodios como los del sábado, Rusia ordenó a sus aviones de combate en Siria volar más alto para evitar ser derribados por misiles antiaéreos lanzados desde el hombro, informó el lunes el diario Izvestia. Citando al Ministerio de Defensa ruso, el periódico dijo que se había tomado la decisión de que los aviones volaran a más de 5.000 metros para mantenerlos a salvo.
Los misiles lanzados por los hombros de los rebeldes ahora representaban una amenaza para todos los aviones que operan en Siria, dijo el Kremlin. Pero dijo que era demasiado pronto para decir quién había suministrado el sistema de armas utilizado para derribar el SU-25 ruso.
”Es extremadamente preocupante que los misiles tierra-aire lanzados desde el hombro estén en manos de los terroristas”, dijo a los periodistas el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, en una conferencia telefónica.