Para explicar dónde vive, el brasileño Olimpio Guajajara, de 44 años, echa mano al bolsillo. Saca el móvil, abre una aplicación y la pantalla muestra un cuadrado; dentro, unas llamas indican dos incendios activos. Son imágenes obtenidas vía satélite. Monitoreo con tecnología punta. Este agricultor está en el frente más duro de la batalla contra la deforestación porque se encarga de la vigilancia sobre el terreno, que requiere destreza y es mucho más peligrosa. Cuida de su tierra como antes hicieron sus padres, abuelos, bisabuelos y demás antepasados. Pero además de los incendios de toda la vida, mucho más voraces este verano, los enemigos se han multiplicado. Ahora son más poderosos. El activista lidera a los guardianes del territorio indígena Arariboia, 123 miembros de la tribu de los guajajara organizados para proteger lo que en los mapas es una isla verde de vegetación en plena Amazonia rodeada de zonas deforestadas.
Arcos y flechas contra la deforestación de la Amazonia
EL PAÍS inicia una serie que pone rostro a personas que luchan en todo el mundo por preservar el medio ambiente y mitigar el impacto del cambio climático. Comienza con este agricultor que coordina a 123 miembros de su comunidad que patrullan para proteger un territorio del tamaño de Cabo Verde