Antony Evans
CEO y cofundador de Glowing Plant
Cuenta la mitología budista que un día, alrededor del siglo V antes de nuestra era, Sidarta Gautama se sentó bajo una higuera una noche de luna llena y prometió no levantarse hasta alcanzar el Nirvana. Permaneció en la misma postura durante 49 días con sus noches. Cuando abrió los ojos se había convertido en un iluminado (un buda) y estaba tan agradecido a aquel “ficus religiosa” por haberle dado cobijo que permaneció una semana entera mirando sus ramas en señal de respeto y admiración. En el caso del Buda la luz llegó de su interior -una iluminación metafórica- pero Antony Evans, fundador de Glowing Plants, quiere que esa luz tenga una dimensión física y que provenga de las plantas.
La idea de conseguir que algunas especies vegetales brillen en la oscuridad no es nueva. En los años 80 ya se consiguió al introducir encimas luciferinas provenientes de luciérnagas en algunas plantas. Los resultados, aunque llamativos, fueron modestos: había que fotografiar a la planta con una exposición de ocho horas para apreciar una tenue luminiscencia. Más adelante, en 2010, investigadores de la universidad Stony Brook modificaron genéticamente una planta de tabaco al transplantarle algunos genes de una bacteria marina productora de luciferina. Lo novedoso en el proyecto que lidera Evans es que diseñan las secuencias de ADN en un ordenador con un software especial, y después lo imprimen para inyectarlo con una pistola de genes.