“Rusia fue robada” de sus territorios en Ucrania, escribió en julio pasado el presidente Vladimir Putin en una preocupante declaración “Sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos” -que todavía se puede leer en la página oficial del Kremlin-. Allí agregó que “la verdadera soberanía de Ucrania solo es posible en asociación con Rusia”.
¿Cómo resonaron estas declaraciones en los oídos del pueblo ucraniano? ¿Cuánto apoyo daría la población de Ucrania -”el país más pobre de Europa”, según Putin- a la posibilidad de integrarse a la poderosa Rusia? En su escrito el presidente ruso añora los tiempos históricos de la unidad regional. ¿Ucranianos, bielorrusos y rusos están tan interrelacionados como escoceses, galeses e ingleses, como para formar un solo país?Ads by
En Occidente hay temor de que la guerra de los separatistas prorrusos en la región ucraniana de Donbass, que ya lleva ocho años y costó 13.000 vidas, sea solo un banco de pruebas para el avance de las tropas de Moscú sobre toda Ucrania, tal como hizo en 2014 en la península de Crimea.
“Hoy existe la amenaza de que mañana habrá guerra“, dijo el presidente ucraniano Volodimir Zelenski, y agregó que el ejército de Kiev estaba “completamente preparado” para el combate.
Aunque el presidente norteamericano, Joe Biden, le advirtió esta semana a Putin que habría “fuertes medidas” si Moscú lanzaba una ocupación militar fuera de su frontera, “ocupación” y “frontera” tienen un significado diferente para Moscú que para Washington y Kiev. La palabra “ocupación” no figura en el diccionario que emplea el gobierno ruso para hablar de Ucrania. Sólo la aplica a lo que hicieron nazis y fascistas. Desde los primeros años de la escuela los rusos aprenden que su país “liberó” territorios, nunca los ocupó.
De la misma manera, en cuanto a la idea de “frontera”, tal como escribió Putin en su declaración, consideran que “no hay una base histórica” para “una idea del pueblo ucraniano como una nación separada de los rusos”. De hecho la propia palabra Ucrania quiere decir “frontera” en ruso, pero porque lo consideraban el país que marcaba el límite del imperio con el resto de Europa.
Zbigniew Brzezinski, el exconsejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos en tiempos de Jimmy Carter (1977-1981) solía decir que “Rusia puede ser un imperio o una democracia, pero no puede ser ambas cosas”, y la cuestión que mueve la aguja hacia uno u otro lado siempre es Ucrania, que alguna vez fue el “granero” o la “panadería” de Rusia. La vocación imperial reverdece en tiempos, como ahora, en que el presidente ruso dijo explícitamente que su deseo es “tratar con gran amor” a Ucrania.
Pero se trata de un amor no correspondido. La última encuesta del instituto independiente Levada Center de Moscú, mostró que a fines del año pasado solo el 5% de los entrevistados en Ucrania apoyaba la idea de formar un único Estado con Rusia y, básicamente, se trataba de ucranianos de origen ruso en el este del país. Dos décadas atrás, el porcentaje llegaba al 20% de los ucranianos.
El gobierno de Kiev subió esta semana en su cuenta de Twitter un meme que en pocos días sumó casi medio millón de “me gusta”. Ahí clasifica diferentes tipos de dolores y la zona de la cabeza más afectada: migraña, hipertensión, y estrés. Pero el que enciende toda la cabeza en rojo es “Vivir cerca de Rusia”.
Para dolor de cabeza de ambos pueblos, la extensa historia regional está repleta de momentos en que las líneas limítrofes se corrieron, se ampliaron o desaparecieron.
Ucranianos, bielorrusos y rusos son todos descendientes de la antigua Rus de Kiev (del siglo IX al XIII), que era el estado más grande de Europa, con capital en Kiev. Moscú era entonces una zona sin mayor importancia, alejada de la metrópoli. Y fue el príncipe Vladimiro el Grande (988-1015) quien inició la cristianización de todo el imperio y puso fin al paganismo idólatra de los eslavos. La iglesia ortodoxa rusa nació así en lo que es hoy la capital ucraniana. Y ese es uno de los puntos más fuertes de los rusos para invocar su unidad con Ucrania.
“El artículo de Putin es una gran masa de propaganda, basada en la agenda imperialista rusa”, dijo a LA NACION desde Kiev el analista político Anatoly Oktysiuk, fundador del Instituto Casa de la Democracia. “Él fuerza el relato sobre ucranianos, bielorrusos y rusos como un solo grupo étnico, una gran comunidad con la iglesia ortodoxa rusa, y que habla idioma ruso. Pero obviamente Ucrania tiene hoy otra identidad y otro idioma. En este momento, en general nuestra sociedad está más cerca del campo euro-atlántico que de Moscú”, agregó.
En efecto, luego de la disolución de la Unión Soviética en 1991 y una separación más o menos consensuada, las tensiones entre los dos países se exacerbaron a fines de 2013 con el “Euromaidán” (Europlaza), la serie de manifestaciones en la plaza de la independencia de Kiev en contra de la medida impulsada por el presidente prorruso Viktor Yanukovich (2010-2014) para suspender un acuerdo de integración con la Unión Europea. En aquel momento las opiniones estaban divididas casi por igual, con un 38% de la población que apoyaba la asociación con Europa y un porcentaje similar (básicamente los ciudadanos prorrusos del este del país) que prefería aliarse con Moscú.
Tras la caída del gobierno de Yanukovich, Ucrania avanzó hacia el acuerdo europeo, Moscú ocupó la península de Crimea y se desató la guerra separatista en Donbass, en el este del país. Ahora, el 54% de los ucranianos prefiere echarse a los brazos de la UE, mientras el 20% -especialmente prorrusos del Este- elige a Moscú.
“Más allá de la historia, la mayor diferencia entre rusos y ucranianos está en el presente”, explicó Oktysiuk. “A los ucranianos nos encanta la libertad de expresión, la libertad en general y la democracia. Si nuestro gobierno intentara tomar medidas autoritarias, inmediatamente comenzarían las protestas o habría una revolución. Los rusos no están tan acostumbrados a tener un pensamiento crítico”, señaló el analista político.