Los submarinos rusos diesel-eléctricos del proyecto 636.3 son también llamados “agujeros negros” del océano, por lo difícil que resulta detectarlos con la tradicional ayuda del sonar cuando están bajo el agua, informa RIA Novosti. Un reportaje desde el Novorosíisk, submarino de la Marina rusa, revela detalles sobre la estructura de esas naves y las tradiciones y labores cotidianas de su tripulación.
Una estructura milimetrada
La única entrada al submarino es un foso largo y estrecho. Sin la debida práctica resulta muy difícil bajar por su escalera, especialmente si se va cargado con una mochila. Si se trata de una inmersión de urgencia, hasta seis centinelas deben bajarla en 20 segundos. No hay retraso posible, porque transcurrido ese lapso la nave se sumerge bajo el agua. El comandante siempre baja de último y cierra la escotilla.
Esa entrada vertical lleva a un segundo compartimento donde se ubica la sala de control, con todos los sistemas de navegación, radioelectrónica, periscopio y aun el panel de control de las armas. Estas se ubican en una sala anexa, en la que hay minas, torpedos y misiles Calibr-PL, dispuestos para atacar objetivos en tierra y en mar.
La partes internas de esos compartimentos están tapizadas de válvulas, pequeños mostradores, palancas de diferentes tamaños. Según RIA Novosti, muchos de esos instrumentos sirven como respaldo en casos de emergencia, aunque por lo general los sistemas del submarino son automatizados.
Otro compartimento contiene dos generadores diésel, el mayor de los cuales desarrolla unos 5.500 caballos de fuerza. Aunque es una sala muy pequeña, sus operarios sólo pueden comunicarse entre sí a los gritos, debido al estruendoso ruido producido por los motores.
Submarino “invisible”
Los submarinos diesel-eléctricos tienen no pocas ventajas frente a los nucleares: son más compactos y pueden operar en aguas poco profundas, desplegar submarinistas, colocar discretamente minas y dejarse caer al fondo. Además, sus sistemas de soporte vital les permiten permanecer bajo el agua hasta cinco días. Y producen mucho menos ruido.
Los del proyecto 636.3 son los submarinos más invisibles y tranquilos en el mundo.
Konstantin Tabachnyi, capitán de uno de ellos, contó que una vez un destructor estadounidense quiso ‘acompañarlo’ y por más de tres días no pudo detectarlo, hasta que finalmente el submarino emergió. Durante muchas maniobras, los submarinistas apagan diversos sistemas y dejan en operación solo lo esencial.
Residencia bajo del agua
Los espacios residenciales de la tripulación son muy compactos, aunque bastante acogedores. Se parecen a los de un vagón de tren, pero con compartimentos estrechos y ubicados uno encima de otro, en hileras. Allí pasan los submarinistas su tiempo libre, porque los pasillos son demasiado angostos para intentar un paseo.
La tripulación de un submarino debe actuar con cohesión, porque la acción errónea de una persona puede afectar a todo el equipo. La subordinación, el respeto mutuo y la voluntad de ayudar a los otros compañeros son tres puntos esenciales en su desempeño cotidiano.
“Cada marinero sabe que soy el capitán y mis decisiones no son negociables”, cuenta a RIA Novosti Konstantin Tabachnyi. “La democracia en un submarino es redundante. No obstante, mantenemos relaciones humanas y amistosas”, añade.
Rito de iniciación
Los submarinistas, comenta este capitán, tienen sus propias tradiciones. La más importante es el rito de iniciación. La tripulación recoge agua salada de las profundidades y la da de beber al nuevo tripulante. Después, entrega solemnemente al involucrado un certificado de iniciación, con el debido sello y las coordenadas de la inmersión, todo eso acompañado con pescado seco y con una lata de leche condensada.