El estudio, publicado por el astrónomo alemán Michael Hippke, empezó como un tipo de broma para el día 1 de abril —aunque sin salir de los límites de un análisis científicamente viable— y luego evolucionó hacia un artículo más serio.
El investigador parte del concepto de que la gravedad en sí no representa un desafío insuperable para la existencia de vida, y que en las supertierras puede desarrollarse la vida inteligente.
Es aquí donde el astrónomo toma en consideración las condiciones terrestres para lanzar cohetes al espacio y las compara con las hipotéticas condiciones en un planeta más grande y pesado que la Tierra.
Al estudiar los parámetros de la Tierra y Kepler-20b, la mayor supertierra actualmente conocida, Hippke concluye que en este último, un cohete de una etapa necesitaría cien veces más combustible para llevar al espacio la misma carga útil que en nuestro planeta.
Aunque no es técnicamente imposible, esta diferencia conlleva mayores costes para cada lanzamiento espacial de una hipotética civilización, lo que limitaría sus posibilidades para la exploración espacial sin que otros métodos, más eficaces, fueran descubiertos y aplicados.
Para contrarrestar el ‘grave’ problema, el astrónomo sugiere lanzamientos desde las cimas de montañas, las plataformas artificiales de gran altura, los ‘elevadores espaciales’ o los lanzamientos aéreos.
En caso de una hipotética civilización acuática, el entero mecanismo de lanzamientos espaciales podría tener una forma muy “ajena” al pensamiento humano, comenta.
Y en caso de una gravedad diez veces mayor que la terrestre, los vuelos espaciales como los conocemos —usando los cohetes a propulsión química— “no serían del todo realistas”.
Si bien, la idea para su artículo surgió de broma, Hippke cree que su análisis es lo suficiente viable como para ser útil para el programa SETI y la posible colonización del espacio por los humanos.