Millones de personas se vieron afectadas este martes en Francia por la primera de las 36 jornadas de huelga convocadas en menos de tres meses en el ferrocarril contra los planes del Gobierno de Emmanuel Macron, unos paros que amenazan con poner en jaque el programa de reformas del presidente y su intento de modernizar la segunda mayor economía de Europa.
Los medios franceses apodaron la jornada como el “martes negro”. La compañía estatal de trenes SNFC dijo que el 48% de los trabajadores que el sistema requiere para operar se ausentó de sus puestos, en protesta por los planes de reformas de los beneficios del personal, entre ellos garantías laborales y generosas pensiones.
En Gare du Nord las plataformas estaban tan atestadas que algunos pasajeros se cayeron a las vías
Sólo uno de cada cuatro trenes estaba activo en la región de París, mientras que sólo uno de cada ocho de los ferrocarriles de alta velocidad TGV operaba. En Gare du Nord, la estación más transitada de la capital francesa, las plataformas estaban tan atestadas que algunos pasajeros se cayeron a las vías, mientras que otras estaciones se quedaron a oscuras y las máquinas expendedoras de billetes no funcionaban.
“Entiendo por qué están en huelga”, dijo Marie Charles, una viajera de París. “Pero hoy es mi primer día en un nuevo trabajo, así que hubiera preferido que no hubiera huelga”.
Fuera de la estación Gare de L’Est, grupos de trabajadores de CNCF corearon eslóganes denunciando al Gobierno y prendieron bengalas que dejaron el sector lleno de humo. Muchos estudiantes de sumaron a la protesta.
Un portavoz de la SNCF reconoció que la situación volverá a repetirse de forma casi idéntica mañana en una nueva jornada de protestas convocadas por los cuatro grandes sindicatos de la empresa, que se van a suceder hasta finales de junio a un ritmo de dos días de paro consecutivos cada cinco días.
Los cuatro principales sindicatos ferroviarios planean seguir con las huelgas durante dos de cada cinco días en los próximos tres meses
Un escenario con el que las centrales esperan hacer doblegar al Gobierno, que por boca de su primer ministro, Edouard Philippe, defendió una “reforma ambiciosa” frente a un “statu quo que no es aceptable” porque cada año la compañía absorbe 14.000 millones de euros de dinero público. Una inyección -dijo- que no evita que su deuda se incremente en 3.000 millones de euros al año (casi 47.000 millones al terminar 2017) y que “la calidad del servicio público se deteriore”.
Su intención es aprobar por decreto dentro de poco más de un mes un programa para abrir el tráfico ferroviario a la competencia, que comenzará en 2020 con los TGV. El punto más conflictivo es el fin de nuevas contrataciones con el estatuto laboral específico al que están acogidos el 90 % de los empleados.
Ese estatuto les permite, por ejemplo, jubilarse a partir de los 57 años (en lugar de los 62 años para la población general), pero también les ofrece una garantía de empleo de por vida y unos salarios relativamente elevados, que compensan las obligaciones de servicio en horarios de noche y durante los festivos.
La ministra de Transportes, Elisabeth Borne, justificó que la supresión de ese estatuto sirve para que la SNCF pueda competir con los nuevos operadores, e insistió en que mantiene abierto un proceso de concertación en el que ya ha hecho concesiones, como aplazar la apertura a la competencia de las líneas regionales y de cercanías.
Pero, sobre todo, hizo hincapié en que aunque vaya a cambiar de estatuto formal, la SNCF no se privatizará. Una promesa de cuya sinceridad dudó abiertamente Philippe Martínez, el secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT, primer sindicato de la empresa), que anunció una protesta “dura”.
En paralelo a la huelga, varios miles de personas participaron en una manifestación en París a la que se unieron otros colectivos descontentos con la política de reformas de Macron, como trabajadores de la recogida de basuras, del sector energético y estudiantes.
El último presidente francés que se enfrentó a los sindicatos ferroviarios para frenar los beneficios de los trabajadores acabó perdiendo esa batalla
El último presidente francés que se enfrentó a los sindicatos ferroviarios para frenar los beneficios de los trabajadores acabó perdiendo esa batalla. Las huelgas de 1995 paralizaron Francia y forzaron al primer ministro Alain Juppé a retirar las reformas, una derrota que finalmente generó su renuncia y la disolución del gobierno.
Sin embargo, los sindicatos parecen más débiles ahora y están divididos en sus posturas frente a las numerosas reformas sociales y económicas que plantea Macron. Si Macron triunfa -y esta es de lejos la mayor prueba hasta el momento para el exbanquero de inversión de 40 años- marcará la pauta para otras reformas, incluida la modernización del sistema educativo y la revisión de las pensiones. Macron ya se ha enfrentado a los sindicatos por suavizar las leyes laborales.
La ministra de Transporte, Elisabeth Borne, instó a los sindicatos a negociar y dijo a la cadena BFM TV en una entrevista el martes que “algunos de ellos claramente están tratando de convertir este tema en un asunto político”.
En una batalla para ganar el apoyo de la opinión pública, los líderes sindicales dieron a primera hora entrevistas en varias emisoras de radio. “Los trabajadores ferroviarios no están haciendo esto porque les guste”, dijo Philippe Martinez, jefe de CGT, el principal sindicato en el sector ferroviario. Martinez dijo a la radio pública France Inter que la huelga será masiva: “Va a ser enorme. Es el gobierno el que ha llevado las cosas a donde están ahora”.
Es el gobierno el que ha llevado las cosas a donde están ahora”
El presidente de SNCF, Guillaume Pepy, dijo que era probable que la paralización cueste a la compañía 20 millones de euros al día en ingresos perdidos, en momentos en que ya enfrenta elevadas deudas y costos.
Sin relación directa con la de los ferrocarriles, otra huelga contribuyó hoy a perturbar todavía más el transporte público en Francia. El paro en la aerolínea Air France -la cuarta por motivaciones salariales en poco más de un mes- obligó a la compañía aérea a cancelar un 25 % de su programa de vuelos.
Otra huelga contribuyó hoy a perturbar todavía más el transporte público en Francia: el paro de la aerolínea Air France