Son casi 1000 personas alojadas en tres barcos que flotan a pocos kilómetros de la costa de Sicilia. Para ser precisos, 985 migrantes, entre ellos una bebé de siete meses y un niño que va al encuentro de su madre enferma terminal. Todos atrapados a la espera de una resolución luego de que el gobierno de Italia les negara el ingreso a sus puertos, una polémica medida del nuevo gobierno de Giorgia Meloni, que amenaza con enfrentarla con Alemania, uno de sus socios de la Unión Europea.
El 26 de octubre, el ministro del Interior italiano, Matteo Piantedosi, decidió prohibir el ingreso a sus puertos a dos barcos que transportaban migrantes rescatados en el Mediterráneo, el Humanity One y el Ocean Viking. En los últimos días se sumó un tercer barco, el Geo Barents, operado por la ONG Médicos sin Fronteras, que lleva 572 migrantes a bordo.
Después de cuatro solicitudes de puerto seguro a las autoridades maltesas que no obtuvieron respuesta, el Geo Barents envió otros tres pedidos oficiales a las autoridades italianas, hasta ahora sin éxito.
El gobierno de Italia afirmó que no permitirá el ingreso de inmigrantes “rescatados por barcos extranjeros”. Fotos: MSF
“En los últimos días hemos asistido a personas que viajaban en embarcaciones abarrotadas y en condiciones críticas. Todos los rescates tuvieron lugar en la zona de búsqueda y rescate de Malta. A pesar de haber informado oportunamente a las autoridades responsables y de haber solicitado repetidamente la coordinación de las autoridades maltesas, todas nuestras peticiones quedaron sin respuesta“, explicó Riccardo Gatti, jefe del equipo de búsqueda y rescate de MSF a bordo del Geo Barents.
“A bordo hay un niño que está decidido a ir a Alemania. Allí está su madre, enferma terminal de cáncer. Quiere verla por última vez antes de que se vaya. No había forma de obtener un visado, así que la única opción paraeste chico era partir por la ruta más mortífera del mundo. Estas son algunas de las historias que escuchamos”, agregó Gatti.
La decisión de Meloni ya encendió las alarmas en Berlín, dado que el Humanity One, que lleva 179 inmigrantes a bordo, navega bajo la bandera alemana. En una nota oficial enviada a Piantedosi, el gobierno alemán le solicitó un puerto seguro para que los pasajeros puedan desembarcar.
“Hemos pedido al gobierno italiano que les preste socorro rápidamente”, informó el Ejecutivo alemán en un comunicado.
La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni. Foto: AFP
El Ocean Viking (bandera noruega) alberga, por su parte, a 234 migrantes. La ONG francesa que lo gestiona, Sos Mediterranee, pide desde hace tiempo un puerto, considerando que entre los rescatados hay quienes están en el mar desde hace 12 días.
“Es una obligación de los Estados proporcionar el ‘lugar de seguridad‘ a los buques que se han dedicado a la búsqueda y al rescate y transporte de sobrevivientes a bordo”, manifestó Nicola Stalla, coordinador del equipo.
En este punto, cabe recordar que la ley internacional, contemplada en las convenciones SOLAS y SAR (por sus siglas en inglés) sobre los rescates a refugiados en alta mar, estipula que el gobierno responsable de la zona donde los migrantes son rescatados es el responsable de proveer un lugar seguro para el desembarco.
La postura del gobierno italiano
La decisión del gobierno de Giorgia Meloni de ponerle un freno a los desembarcos de migrantes quedó brutalmente expuesta a principios de esta semana, cuando la primera ministra se refirió a estas embarcaciones como “barcos pirata”.
Médicos sin Fronteras es una de las ONG con un barco varado en las aguas de Sicilia a la espera de una solución. Foto: MSF
“Si vas y vienes entre las costas africanas e Italia para transportar migrantes, eso viola abiertamente el derecho del mar y la legislación internacional. Si luego un barco de ONG enarbola la bandera, supongamos, alemana, hay dos casos: o Alemania lo reconoce y se hace cargo, o se convierte en un barco pirata”, afirmó la premier.
El vicepresidente italiano y ministro de Infraestructuras, Matteo Salvini, por su parte, respaldó la iniciativa y anunció que cerrarán sus puertos a las ONG extranjeras, tal como hizo cuando fue ministro del Interior (2018-2019).
Piantedosi, que fue jefe de gabinete de Salvini cuando éste ocupó el mismo cargo, confirmó que se aplicará la ley de seguridad y que por tanto “los Estados de bandera (Alemania y Noruega ) son competentes para la asistencia, y por lo tanto para la recepción”.
Una derecha que avanza rápidamente
Meloni, de 45 años y jefa del ultraderechista partido Hermanos de Italia (FdI), asumió hace poco más de dos semanas en medio de sospechas de simpatías por el fascismo. En su primer discurso ante la Cámara de Diputados, la premier buscó despegarse de esa imagen y negó cualquier tipo de inclinación de este tipo.
Giorgia Meloni con su vicepresidente, Matteo Salvini, el líder del partido La Liga y militante de la línea dura antiinmigración. Foto: EFE
“Nunca tuve simpatías por las ideologías antidemocráticas, incluido el fascismo”, afirmó Meloni, a la vez exaltó el régimen democrático liberal y aseguró que Italia, será “un socio confiable en Europa y la alianza militar occidental, la OTAN”.
La situación con los migrantes se suma, sin embargo, a la reciente aprobación de un polémico decreto que sanciona con penas de hasta 6 años de prisión la organización no autorizada de fiestas electrónicas, una medida que sus críticos temen es el primer avance contra las libertades civiles, ya que temen que se extienda a todo tipo de manifestaciones, entre ellas la ocupación de escuelas y universidades a modo de protesta.
La medida, llamada en internet Se terminó la fiesta, ha sido criticada por la dureza de las condenas y porque de hecho autoriza las escuchas telefónicas, lo que en principio sirve para delitos muy graves, como la mafia o el fraude fiscal.
Sobre la medida también se expresaron organizaciones como Amnistía Internacional Italia, que consideró que esta ley “corre el riesgo de tener una aplicación amplia, discrecional y arbitraria en detrimento del derecho a la manifestación pacífica, que debe ser protegido y no criticado”.
Redacción Clarín, con información de Médicos sin Fronteras y de las agencias EFE y AFP