LA MACARENA, Colombia — Postrada sobre la saliente de una roca dentro del río Caño Piedras, Ángela Díaz señaló hacia una planta de color olivo. No parecía tener algo especial, pero Díaz fue enfática: la Macarenia clavigera es esencial para el futuro de esta región en el centro de Colombia.
Cuando llegan las lluvias, en mayo, los ríos crecen y la planta se torna de un color rojo brillante. “Tiene la cualidad peculiar de volverse de distintos colores”, dijo. “Lo puedes ver de mayo a noviembre”.
Las aguas cristalinas adoptan una tonalidad escarlata por la M. clavigera mientras fluyen por la región del escudo guayanés, y cada año se genera un espectáculo visual. Caño Cristales, un río cercano, se ha vuelto un destino turístico apodado el río de los Cinco Colores o el Arcoíris Derretido.
Pero desde la roca en la que estaba, Díaz, quien trabaja como guía turística durante la temporada alta, señaló otro color visible sobre la piedra: un tono alquitranado. Petróleo. Esa es la otra razón por la cual esta región ha atraído la atención.
Una empresa texana, Hupecol Operating Co., obtuvo primero una licencia para exploración petrolera al oeste de este ecosistema. Ahora hay una disputa en tribunales entre la compañía y el gobierno.
La parte céntrica de la región es La Macarena, un municipio pequeño que forma parte de un parque nacional. Durante décadas, el conflicto con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia dificultaba las visitas turísticas.
Hace unos doce años, el ejército colombiano fortaleció su presencia en la zona y comenzaron a llegar más visitantes. Ahora que el conflicto se ha reducido con la firma de la paz esas llegadas han aumentado exponencialmente.
Más de 15.000 turistas visitaron el río en 2017 y Díaz es una de las cerca de 130 guías locales. En días muy concurridos hay cientos de turistas en los siete sitios administrados por Cormacarena, la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Área de Manejo Especial La Macarena, agencia regional del gobierno. Varios de los sitios, incluido Caño Cristales, son parte del Parque Nacional Natural Sierra de La Macarena.
En 2009, Hupecol, subsidiaria colombiana de la Dan A. Hughes Company en Beeville, Texas, comenzó a realizar estudios sísmicos para buscar pozos en terrenos que había rentado cerca del poblado cercano San Vicente del Caguán.
El gobierno colombiano retiró la licencia de exploración en 2016, decisión que el presidente Juan Manuel Santos enalteció como una medida para garantizar la protección medioambiental de la zona.
Esa revocación ha sido popular en La Macarena. El alcalde Ismael Medellín Dueñas, arriba de cuyo escritorio hay una pintura de Caño Cristales, dijo que los residentes están muy preocupados por el posible impacto ambiental de la exploración petrolera y que el verdadero futuro económico del área debe darse con la producción lechera y el ecoturismo.
En todo el municipio hay carteles y murales en contra de la perforación de pozos. “Alguna vez fue la guerra contra las Farc”, dijo Miguel Ortiz, profesor de inglés e intérprete que ha vivido en la zona durante trece años. “Ahora la guerra es contra el fracking“, dijo, en referencia a la fracturación hidráulica.
Los científicos buscan aprender más sobre este entorno único y diverso, donde los jaguares y tigrillos se mueven por la sabana y las junglas, y los delfines nadan en el río Guayabero.
Carlos Lasso, investigador sénior del Instituto Humboldt —un grupo sin fines de lucro dedicado a estudiar la biodiversidad en Colombia—, es coautor de una guía de 180 páginas sobre la fauna de Caño Cristales, que fue redactada después de cuatro años de estudio.
A finales de enero realizó una expedición de dos semanas en canoas para revisar los ríos Duda, Guayabero y Losada. El equipo identificó a más de cincuenta especies de aves acuáticas, cuatro especies de serpientes acuáticas y más de 150 especies de peces, incluidos tres que quizá son nuevos en el ámbito científico.
También hallaron cocodrilos del Orinoco, una especie en peligro de extinción que puede crecer hasta siete metros de largo.
La humilde M. clavigera tiene un rol clave en la conservación de esa biodiversidad, en parte porque atrae a los turistas que apuntalan la economía. La planta es endémica de las aguas cristalinas y ácidas que fluyen desde la sierra de la Macarena, una cordillera al este que es parte de los Andes.
“Es un ecosistema único”, dijo el doctor Lasso. “Y es muy frágil”.
Ángela María Rodríguez, gerenta integral de sostenibilidad de Hupecol, dijo que hay muchos malentendidos sobre el proyecto petrolero. Para empezar, dijo, la licencia era para un área alejada de Caño Cristales.
“No hay posibilidad de impacto alguno porque está a 68 kilómetros”, dijo Rodríguez. Además, señaló, la empresa no tiene interés en la fracturación hidráulica, como temen algunos, solo en la perforación de pozos tradicional.
Rodríguez describió la decisión de revocar el permiso para Hupecol como algo político, una oportunidad para que los funcionarios enaltecieran sus credenciales medioambientales al proteger un sitio turístico que de por sí es popular.
La gerenta dijo que los estudios sísmicos arrojaron resultados prometedores y que Hupecol esperaba perforar un pozo exploratorio. Como parte de su demanda contra la revocación del gobierno, la empresa ahora pide 21 millones de dólares en resarcimiento de daños.
Sin embargo, las complicaciones no se acaban allí. Un grupo de disidentes de las Farc, que no dejaron las armas durante la desmovilización, tiene actividad en el área. “En este momento no sabemos si es posible perforar un pozo en esa área si nos regresan las licencias”, dijo Rodríguez.
Javier Francisco Parra, coordinador regional de Cormacarena, reconoció que la licencia para Hupecol no queda cerca de Caño Cristales, pero que es difícil saber si no amenaza al río de todas maneras.
También dijo que la perforación petrolera no es compatible con el plan regional de gestión que la agencia desarrolló con la colaboración de residentes locales.
Parra ve todavía otra amenaza: en los últimos años ha habido varios periodos secos durante la temporada de lluvias, y lluvia durante la temporada seca.
Lasso dijo que no hay registros de larga data sobre el flujo de agua en Caño Cristales, pero reconoció que la situación ha cambiado. El río está cerrado al turismo durante la temporada seca pero a lo largo de la última década, dijo el investigador, esa temporada llega cada vez más pronto en el año.
Eso podría deberse a un cambio en el ciclo natural, estimó Lasso, o a la deforestación. Sin embargo, también podría deberse a patrones más amplios de cambio climático.
En Caño Piedras, Díaz, que también es bombera, dijo que anhelaba que ya fuera mayo, porque es la época en que los turistas regresan y el río se ve rojo nuevamente.
Díaz quiso dejar clara su postura y la de sus compañeros de trabajo respecto de la situación: “Los guías no queremos la perforación”.